“Nuestro
brillo se extingue,
somos
como
caballos que mueren potros sin galopar”.
Attaque
77, “Otras canciones”.
Relatos
salvajes,
tercer largometraje de Damián Szifrón es, junto con El estudiante,
ópera prima de Santiago Mitre (2012), de lo mejor que ha dado el
cine argentino en los últimos diez años. Más precisamente, luego
de Nueve
reinas (2000)
y
El aura (2005),
ambas del difunto Fabián Bielinsky, sensible pérdida en el cine.
Algo une al arte de Bielinsky, Szifrón y Mitre: un aura de vértigo,
de amenaza constante retratada con esmero visual y ensamble del guion
con la posición de la cámara en el oficio de narrar.
Seis
relatos salvajes bajo los leitmotiv
de la venganza, la paciencia y la furia. Un viaje en avión, la
decisión de una cocinera, un conflicto desesperado en la ruta, el
peso de la vil burocracia ante el individuo, las consecuencias de un
accidente de tránsito, un casamiento.
En
el film de Szifrón, la eternamente furiosa Buenos Aires se ve tan
susceptible. La ciudad es un personaje relevante en la mayoría de
estos relatos. De día: en su proximidad al vuelo de un avión, en
las fachadas de los edificios y en las esquinas del laberinto de
cemento (especialmente en el relato “Bombita” que protagoniza un
brillante Ricardo Darín). De noche se aprecia su belleza cuando se
ilumina artificialmente: las luces en el rostro de un ingeniero que
mira la cajuela de su camioneta o cuando una novia desgraciada la
mira, absorta, desde la terraza desierta de un edificio. La aplicada
labor de Szifrón cuenta con los relevantes apoyos de la fotografía
de Javier Julia y el montaje de Pablo Barbieri.
Szifrón
expone su talento e ingenio en el manejo de climas, entre la comedia
y la tragedia para la construcción del correlato del absurdo —algo
ya conocido en su serie de televisión Los
simuladores (2002-2003)
y en su segunda película, Tiempo
de valientes (2005)—.
Sobre el eje de este método, acompañado de humor negro y cinismo,
atrapan el relato protagonizado por los actores Leonardo Sbaraglia y
Walter Donado, dos personajes tan diferentes y con un destino en
común en una ruta del norte argentino; la extraordinaria historia
del ingeniero “Bombita”; la improvisada negociación entre un
millonario desesperado, un abogado, un fiscal y un jardinero; la
desaforada crítica a una institución como el matrimonio,
especialmente a la ceremonia de la noche de bodas, con la osada
actuación de Erica Rivas. Asimismo, en esta película se aprecian
las influencias en Szifrón de directores clásicos como Alfred
Hitchcock (la aversión y expresión física de la camarera y varios
planos del episodio “Las ratas” recuerdan el suspenso de Marnie),
Steven Spielberg (Reto
a la muerte
en “El más fuerte”), Martin Scorsese y Joel Schumacher (Taxi
Driver
y Un
día de furia
en “Bombita”), entre otros.
Sin
innecesarios maniqueísmos ante el posible límite de una narración
fragmentada en seis relatos y sin realizar una película que pueda
ser fácilmente catalogada como “argentinísima” o “política y
propia de los tiempos que corren” —el
episodio “Bombita” no es más que una extensión de la obra del
inolvidable Franz Kafka; ciertas mujeres siempre preferirán el filo
del cuchillo; los símbolos del vals y la torta en los casamientos
llevan bastante más de cien años—,
Szifrón deja en evidencia que la desesperación es universal y
siempre reina. Para su fortuna, Relatos
salvajes
reivindica el arte cinematográfico como motor narrativo. En ciertos
lugares siempre será esencial la dedicada ejecución de un gran
truco.
Dirección y guion: Damián
Szifrón. Fotografía: Javier Julia. Montaje: Pablo Barbieri. Música:
Gustavo Santaolalla. Elenco: Ricardo Darín, Leonardo Sbaraglia,
Darío Grandinetti, Rita Cortese, Erica Rivas, Oscar Martínez,
Julieta Zylberberg, Walter Donado. 122 minutos. 2014.