
La ópera prima de Santiago Mitre es un thriller político, una historia de amor y una película bien narrada sobre el ascenso de un estudiante en un nuevo escenario. Esteban Lamothe se luce como Roque Espinosa.
Roque Espinosa (Esteban Lamothe) es un joven estudiante que llega del interior a la capital para cursar en facultad por tercera vez. En esta ocasión, su carrera escogida es Ciencias Sociales, en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Pasarán pocos minutos para que, apenas después de los créditos iniciales, una voz en off le indique al espectador que esta historia irá por otro lado, lejos de vicisitudes en las aulas. El Estudiante tiene otro fin: un conflicto entre el poder y la ética que tiene a Roque como eje central.
El estudiante provinciano llega a un nuevo escenario, sin nada que perder como el cubano Tony Montana a las costas de Miami en la película Scarface (Brian De Palma, 1983). Y mientras Montana, en su ascenso, construye el "sueño americano" acumulando dólares y poder a través del imperio de la cocaína, Roque se maneja en la UBA y en su micro-sistema político de jerarquías. Ambos son exploradores, forasteros en un nuevo campo de batalla. El recurso narrativo de esta escalada del héroe es similar en ambos films: en el caso de El Estudiante, con la sucesión de triunfos que alcanza el personaje, ya sea conquistando chicas o ganando la confianza de otros estudiantes por su carisma, y por el manejo de cámara en efectivos primeros planos a Roque —con este recurso visual, Mitre recuerda a De Palma al resaltar al personaje de su película siempre en movimiento, elucubrando ideas a sangre fría, lo que funciona por la correcta actuación de Lamothe—. Este efecto in crescendo, a su vez, provoca una segunda bifurcación: los personajes que están en cierta periferia comienzan a acercarse a Roque como si fuera un imán. A poco de su ingreso a la Universidad, crece su popularidad: lo saludan, le piden favores. Con relación a este punto, se destaca el guión de Mitre, basado en diálogos lacónicos y directos que comienzan a conformar dichas jerarquías dentro de la nueva situación de Roque, al hacer énfasis en su ascenso en base a su capacidad de comunicación.
Roque
conoce a Paula, militante estudiantil de la agrupación Brecha y
profesora de la Universidad. Se enamora de ella y su influencia lo
conduce al juego de la política.
Será estudiante pero de otra materia: un proceso de acción y
aprendizaje, con decisiones tomadas que traen logros. Se desarrolla
un thriller político, un análisis del ejercicio del poder, donde
Roque deberá enfrentar los vicios del nuevo campo, repleto de
traiciones y deslealtades dentro de una estructura que se
retroalimenta de actores que intentan jugar bien sus cartas para
escalar posiciones.
En este punto hay un vínculo con la excelente La Red Social
(David Fincher, 2010). Por otro lado y con sutileza, Mitre desarrolla
la relación amorosa de Roque y Paula.

Acevedo (Ricardo Félix), un veterano y experiente operador político que utiliza Brecha para llegar a la rectoría de la UBA, es otro personaje a destacar en el camino de Roque. Los mínimos triunfos del estudiante —actuar como mediador tras el robo de dinero de la fotocopiadora, ganar atención por desenmascarar indirectamente a un profesor y "traidor" de su agrupación ante los estudiantes— lograrán la atención de Acevedo, quien lo arropará para su propio beneficio como su mano derecha, su "puntero".

Acevedo (Ricardo Félix), un veterano y experiente operador político que utiliza Brecha para llegar a la rectoría de la UBA, es otro personaje a destacar en el camino de Roque. Los mínimos triunfos del estudiante —actuar como mediador tras el robo de dinero de la fotocopiadora, ganar atención por desenmascarar indirectamente a un profesor y "traidor" de su agrupación ante los estudiantes— lograrán la atención de Acevedo, quien lo arropará para su propio beneficio como su mano derecha, su "puntero".
Mitre
realiza un notable retrato de estilo documental de la UBA: sus
corredores sucios y húmedos, sus pintadas y graffitis, la
acumulación de carteles y afiches políticos, y las caras y cuerpos
de los estudiantes en constante tránsito, como hacinados,
donde la cámara se ubica con acierto. Asimismo, Mitre reafirma su
calidad como guionista —luego
de las películas Carancho
y Leonera,
ambas dirigidas por Pablo Trapero—
en escenas que recurren con acierto a confiar en el acting de los
personajes para generar tensión en el espectador. Ejemplos hay para
elegir, pero el más notable ocurre en la última escena entre Roque
y Acevedo en la oficina de este último, mate de por medio: primeros
planos de un duelo entre maestro y aprendiz que recuerdan a Sergio
Leone, al spaghetti
western,
acompañados de una conversación que define el propósito de la
película. Una decisión final, una pregunta que solo existe por su
respuesta. Un exámen.
El
monosílabo que cierra la escena, por parte de Roque, es el
testimonio de El
Estudiante:
el acto heroico.
Una película independiente per se, que acumuló rechazos de
financiación oficial y que en su estreno del año pasado
sorprendiera en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine
Independiente (BAFICI), responde de forma directa y siempre mirando
al frente. Así lo eligió Mitre. Romántico o no, ese monosílabo es
causa y efecto de un objetivo que subraya el propósito esencial de
esta película:
el ascenso de Roque, héroe y centro de esta historia.
Guión
y dirección: Santiago Mitre
Fotografía:
Gustavo Biazzi, Soledad Rodríguez, Federico Cantini y Alejo Maglio
Elenco:
Esteban Lamothe, Romina Paula, Ricardo Félix y Valeria Correa
Música:
Los Natas.
El
Pampero Cine
2011
124
Minutos
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