martes, 23 de marzo de 2010

domingo, 14 de marzo de 2010

11:59 A.M., por R. Duroc.




El viejo
estaba
sentado

en
un
banco
que creía
suyo

en
una plaza
que no
lo era.



El banco

estaba cagado

por pájaros

y escrito

por niños.



No se sentaba
a alimentar
palomas.

Prefería
esperar

a las mujeres

en su hora
de descanso,
entre
bocados,
balbuceos,
y de vuelta
a la oficina.


Once

cincuenta y nueve

de la mañana.

11:59 A.M.



El viejo

se paraba

y se iba

justo
cuando

llegaban

las palomas

junto con las mujeres.





R. Duroc.-






lunes, 1 de marzo de 2010

Lejos del cielo, de Todd Haynes (2002).





Far from heaven es una gema. Su director, Todd Haynes (Velvet Goldmine, I'm not there), es el Oscar Wilde de los directores de cine de los ultimos veinte años. Queda descartado caer en excesos al intentar contrastar paralelismos entre el director y el mágico irlandés. Haynes no se queda solamente en provocar o ironizar, sino que en su obra siempre tira a pegar. En "Goldmine" (1998) lo vimos plasmar en el lente más que acumulación de colores en sus planos para solventar una historia; siempre vemos una sobria orgía. Y reconocemos, al observar su filmografía, que cada actor de sus films parece ser tan clave como un primer plano, un clímax.

Lejos del cielo es la punta del iceberg de su obra hasta el momento. Un tributo al cineasta germano Douglas Sirk, y drama condescendiente con los años 50' en Estados Unidos. El film resume una desintegración: una historia de amor imposible entre Cathy -Julianne Moore (Boogie Nights, Blindness)- y Raymond -Dennis Haysbert (24)-. Una crítica sobria como inteligente plantea a la familia de los exitosos Whitaker: Frank -Dennis Quaid (Big Easy)-, ejecutivo de una exitosa empresa de venta de televisores, tiene a Cathy como esposa y ama de casa envidiable, y crían dos hijos. Viven en Connecticut, barrio residencial de clase media-alta, y nada parece alterar el recto cauce de su vida. Salvo un par de detalles. Frank no puede ocultar su homosexualidad por más que lo intente para "salvar su familia". (Un gran acierto en esta crítica a desarrollar es el momento histórico, cuando vemos el tratamiento como "enfermedad" de la condición del padre de familia). Frank hace agua en su casa y en su rol de padre. Cathy, al descubrir la realidad de su esposo entra de lleno en la solitud, acentuada por su vecindad, su lugar en el mundo. Pero no está sola. Cerca de su casa trabaja un jardinero, Raymond. Es amable, culto y caballero con la dama. Pero es negro. Y eso, en ese lugar y en ese entonces, se paga. Se da una sincera relación entre ambos de por sí platónica, limitada por la cárcel invisible, el conventillo del barrio, la idiosincracia, el silencio obligado bajo las hojas de otoño.

El vestuario (aplausos para Sandy Powell), la fotografía (a cargo de Edward Lachman) y los diálogos de un guión trabajado por Haynes, ya desde el comienzo nos arrojan al espacio fílmico y en la trama a desarrollar. Pero esto solo no hace al film. Samuel Beckett dijo una vez: "Cada palabra es una mancha innecesaria entre el silencio y la nada". Personalmente, no sé ni me interesa si Haynes sabe de la existencia de esta frase. Pero en esta obra, lo cumple.

Hasta la fecha este es el mejor rol a cargo de Julianne Moore. Al verla es inapelable. Por su parte, Dennis Quaid no se queda muy atras, en el conjunto de una filmografía personal que le ha jugado en contra a su calidad actoral. El papel correspondiente a Dennis Haysbert es un noble ejemplo del estoicismo bajo la cámara.


Un film "rebelde" por donde se lo mire; y ubicado en su tiempo, hace más de cincuenta años hoy cuenta con una peculiaridad atractiva. Amor, racismo, discriminación, denuncia, feminismo, conservadurismo y veracidad, son algunos de los principales cimientos que sostendrán en el tiempo a esta obra.





M. Dávalos.-






Todd haynes (1961). Otras obras: Safe (1991), Velvet Goldmine (1998), I'm not there (2007).





Trailer: