miércoles, 4 de julio de 2012

A Roma con amor, de Woody Allen



Woody Allen continúa de gira en Europa. Llegó el turno de Roma. Junto con Match Point, A Roma con amor es lo mejor del director neoyorquino en la última década, aunque dista de sus máximas creaciones. Historias de amor, humor absurdo y muerte, los tópicos escogidos.

En la última década, la estadía filmográfica de Allen en Europa comenzó en Londres, oscilando entre el drama y la comedia. Primero, el implacable drama Match Point (2005), luego la comedia poco expresiva y apresurada Scoop (2006), y posteriormente el aceptable regreso al drama con El Sueño de Cassandra (2007). Sin siquiera detenerse cambió de escenario, se mudó a la ciudad condal y recurrió al erotismo en Vicky, Cristina, Barcelona (2008). Dos años después regresó a Londres con la comedia romántica Conocerás al hombre de tus sueños, y un año después llegó a la "ciudad luz" para crear la inocente Medianoche en París.

Como señala el dicho, todos los caminos conducen a Roma. Allen no fue la excepción y eligió rendir tributo a la "ciudad eterna" en A Roma con amor. Junto con Match Point, es su mejor film en la última década. Una comedia acogedora, aunque lejos de sus mejores obras: Annie Hall (1977), Manhattan (1979), Zelig (1983) y Balas sobre Broadway (1994).

Amor, humor absurdo, muerte

Estos tres tópicos se presentan y entrelazan en este film. Con relación al amor, el autor vuelve a abarcarlo a través de dos historias de jóvenes y sus conflictos. Por un lado, la historia de un estudiante estadounidense en Roma; y por otro, la llegada a la ciudad de una pareja de novios provincianos del norte de Italia con ansias de comenzar una nueva vida.





En el barrio Trastevere, Jack (Jesse Eisenberg), estudiante de arquitectura, casualmente se encuentra en una esquina con el fantasmal John (Alec Baldwin), veterano arquitecto que se convertirá en la voz de la conciencia del joven cuando llegue por una breve estadía la volátil actriz Mónica (Ellen Page), amiga de la novia de Jack, Sally (Greta Gerwig). El joven se enamorará de Mónica y a cambio tendrá una experiencia reveladora.

Siguiendo con el amor, aún más conflictiva y lograda es la relación entre Antonio (Alessandro Tiberi) y Milly (Alessandra Mastronardi), jóvenes recién llegados a Roma desde Pordenone para comenzar una nueva vida. Un desencuentro en la habitación de un hotel disparará ocurrencias y tentaciones de una tarde que recuerdan al Allen de Maridos y esposas (1992) y más aún al Federico Fellini de El jeque blanco (1952). Hay un gran acierto en la inclusión de Penélope Cruz de regreso con Allen luego de Vicky, Cristina, Barcelona como prostituta y femme fatale y en la elección del italiano Antonio Albanese en el rol del actor Luca Santa. Asimismo, Allen se da un lujo: la presencia de Ornella Muti en un cameo representando a la actriz Pía Fusari.





Por otro lado, la historia de Leopoldo Pisanello, donde Allen acude al humor absurdo, situaciones inverosímiles que irrumpen para sorprender y generar aquiescencia en el espectador. Leopoldo es un oficinista romano, símbolo de la rutina del día a día, quien de la noche a la mañana se convierte en una celebridad acosada por los medios que lo llevarán a noticieros y a programas de debate para discutir sus trivialidades diarias: desde su método para afeitarse por la mañana hasta cuántas tostadas come en el desayuno. Allen critica a los paparazzi de una forma que puede recordar a La Dolce Vita de Fellini y al tratamiento de la fama con un enfoque mucho más absurdo y acertado que el realizado en Celebrity (1998), y que se emparenta en su condición efímera a la historia de Mónica y Jack cuando Allen elige nuevamente burlarse de Hollywood y sus producciones.

En A Roma con amor asimismo está presente la muerte, o al menos un sentimiento de fobia y burla del autor a su proximidad. Un juego. En el guión hay reiteradas referencias a la vejez y a la jubilación como principio del fin o "puerta a la muerte".

Un claro ejemplo de esto es la historia del director de ópera retirado Jerry (Woody Allen), quien llega a Roma junto a su esposa, la psicóloga Phyllis (Judy Davis, nuevamente junto a Allen tras Alice, Maridos y esposas, Deconstructing Harry y Celebrity), para conocer a la familia de Michelangelo (Fabio Paretini), el novio romano de su hija Hayley (Alison Pill).





Jerry conocerá al padre de su yerno, Giancarlo (el tenor Fabio Armiliato), encargado de una funeraria aquí Allen se hace un festín en el guión y en las referencias y a su vez un tenor notable, aunque solo bajo la ducha. Aquí se plantea un conflicto cuando a Jerry se le ocurre una idea al intentar promocionar este talento innato y anónimo que despierta viejas pasiones de su vida como director de ópera vanguardista. Este conflicto culminará en una gran escena, otro punto alto de humor absurdo, con Giancarlo cantando el aria Vesti la Giubba para beneplácito de Jerry y los aplausos de los diseñadores de moda Domenico Dolce y Stefano Gabbana en otro cameo. Con acierto y vigencia, en esta historia Allen incluso se burla de los críticos de espectáculos y hasta del psicoanálisis en el personaje de Phyllis.

A Roma con amor expone a un realizador que plasma con comodidad tópicos recurrentes en su filmografía y no manifiesta nostalgia ni pena por sus mejores años de creación. Allen ya no busca sorprender. Eso lo ha logrado y con creces. Sus historias y metáforas de amor, sus conflictos, el humor absurdo y la presencia de la muerte, se entrelazan y se vuelven a repetir. Más allá de un afable tratamiento cinematográfico de Roma, con un uso de música y fotografía turística clichés a conciencia, Allen, a sus 76 años, continúa de peregrino lejos de Nueva York en un camino que siempre tuvo como punto de partida el universo que él mismo se encargó de crear.

Dirección y guión: Woody Allen.
Fotografía: Darius Khondji.
Elenco: Woody Allen, Judy Davis, Alec Baldwin, Jesse Eisenberg, Ellen Page, Roberto Benigni, Penélope Cruz, Alessandro Tiberi, Alessandra Mastronardi, Fabio Armiliato, Ornella Muti.
102 minutos.
2012