viernes, 17 de diciembre de 2010

Cancionero rock de los 90' (Top Rock Hits 90')






"It's a brand new era, it feels great
It's a brand new era but it came too late".
Pavement, Newark Wilder



Top 25 hits of the 90's que la rockean. Luego de arduas negociaciones, amenazas, traiciones, humaredas y cautelas varias, esta sala de redacción llegó a dar con su Cancionero Oficial de los años noventa del pasado siglo. La premisa fue intentar redondear un sonido, o los más representativos (junto con las letras de las canciones elegidas) para enviarlos a la luna así quizá algún extraterrestre alerta capte el comunicado.


25 - Symphony of Destruction, Megadeth
24 - A-320, Foo Fighters
23 - April, 29, 1992 (Miami), Sublime
22 - No rain, Blind Melon
21 - Dirty boots,
Sonic Youth

20 - Deep Kick, Red Hot Chili Peppers
19 - Bulls on parade, Rage Against the Machine





18 - Supersonic,
Oasis
17 - Basket case, Green Day
16 - Karma Police, Radiohead
15 - Them bones,
Alice in Chains



14 - Loser, Beck
13 - Un ángel para tu soledad, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota
12 - Black hole sun,
Soundgarden
11 - Blur, The Universal

10 - Enter Sandman, Metallica

9 - Toes across the floor, Blind Melon



8 - 1979, The Smashing Pumpkins
7 - Suck my kiss, Red Hot Chili Peppers
6 - Gold Soundz, Pavement



5 - Interstate love song, Stone Temple Pilots
4 - You could be mine, Guns N' Roses
3 - Losing my religion,
R.E.M.



2 - Corduroy, Pearl Jam

1 - Smells like teen spirit, Nirvana
















jueves, 2 de diciembre de 2010

"Burn, Burn, Burn...". // "Rabbit in your headlights".

Hay
Un

Tunel.

Luces.
The
Spotlights.
Detrás.

Sudor,
Olor,
Sobaco,
Barba
De
Varios
Días.

Una
Campera.

Bocinas.

Llantas
Queman.

Lejos.
Perro.
Lame.
Vómito.

Golpes.
Huesos
Rotos.

Sangre.

Caer.
De pie.

Headlights.
Luces
delanteras.

Caminar.
Walk.
Marcher.
Gehen.
Gå.

Desnudo
Para siempre.

Stop.
Arrête.

Achtung!

Explosión.

Hombre.
Man.

Burn,
Burn,
Burn...



M. Dávalos.-




Basado en el video Rabbit in your headlights, de U.N.K.L.E. (dirigido por Jonathan Glazer).






viernes, 19 de noviembre de 2010

"Le Petit Prince", de Antoine de Saint-Exupéry (1943). (Folio).





Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una boa que digería un elefante.

Entonces dibujé el interior de la boa, para que las personas mayores pudieran comprender. Ellas siempre necesitan de explicaciones.



On ne voit bien qu' avec le coeur.

L' essentiel est invisible pour les yeux.


El narrador, un aviador, se encuentra solo, varado en algún lugar del desierto de Sahara debido a un problema en el motor de su avión. En ese lugar inhóspito encuentra a un hombrecito de cabellos de oro, amante de atardeceres, dueño de una singular mirada melancólica, que ríe y no responde cuando se le hace una pregunta, y que jamás olvida una de las que él formula, llamado "Principito".

Luego de las tres primeras acuarelas inolvidables del libro, nace una relación entre estos dos personajes donde la comunicación de todos los sentidos emerge con un impulso como el de la primera flor que nace en cada primavera. O como el odio en alguna esquina de tu ciudad o de la mía. "Dibújame un cordero", son las primeras palabras del visitante al varado aviador.

De la misma manera los símbolos que utiliza el autor jerarquizan esta obra, tiznada de diálogos de prosa sencilla como misteriosa que iluminan y meditan en tiempo paralelo a una destructiva segunda Guerra Mundial y a un exilio personal: los baobabs son árboles formidables con ramas que al expandirse infectan todo lo que se encuentre a su paso, perforando el planeta con sus grandes raíces. Éstas malas hierbas según el Principito "deben ser atacadas cuando son pequeñas sino luego podría ser muy tarde". Se ha dicho demasiado acerca de a qué se refería el escritor cuando hablaba de los baobabs, pero todo indica a que simbolizaban la presencia del nazismo sobre Europa. Sin embargo otro símbolo como lo es la rosa, la única flor del planeta del Principito, la cual cuida y tiene buenas espinas para defenderse de las bestias, apareciendo junto al sol y desapareciendo cuando este se esconde, representa la pasión, el cuidado y el afecto.

En este desierto, donde el viento todo dispone, el Principito narra al aviador su viaje a otros planetas: el primero, donde encuentra a un Rey que le ofrece altos cargos en su minúsculo planeta donde su propia vestimenta ocupa la mayor parte de la superficie; un segundo planeta habitado por un vanidoso solitario; un tercero habitado por un lúgubre borracho que bebe para olvidar la vergüenza de su propio vicio; un cuarto planeta donde tropieza con un hombre de negocios que entiende su universo sólo por el poder, creyendo ser dueño hasta de las estrellas de su planeta; un quinto planeta, el más pequeño de todos, habitado por un extenuado farolero; y finalmente el sexto planeta, habitado por un geógrafo que desalienta al viajero al decirle que las flores son efímeras y que en el planeta Tierra está lleno de ellas. Lánguido, el Principito se topa con un zorro, que resalta la distinción de su rosa, gracias al cuidado y amor que le brinda el Principito. Las metáforas son desbordantes: vemos las diferencias entre la aristocracia y la burguesía (el ejemplo cuando el hombre de negocios le dice al Principito que los reyes no poseen sino que reinan sobre las cosas), entre los modos de pensamiento del hombre (el caso del vanidoso y el borracho) y de la sincera amistad (el caso del zorro).

Este relato autobiográfico es un triunfo personal y compartido, alejado de cómodas y equívocas recetas (sobre el epílogo apreciamos ver al narrador retomar su esencial pasión de dibujar, y si se da un triunfo este debe ser compartido). Rebelión e inocencia componen un "encuentro" coloreado de sueño, que siempre debe ser la infancia. El libro está dedicado a los niños pero sería una pavorosa falacia considerarlo como literatura infantil, ya que dentro de estas páginas bañadas de melancolía se halla una conjunta valoración avasallante en este inolvidable clásico de la literatura universal. Y cuántas historias relacionadas a cada lector de este libro..., como la de uno mismo, "tomando prestada" una edición de bolsillo de Folio de un comercio de la rue Mouffetard, en Paris, año 2006.

Le Petit Prince fue publicado por primera vez en edición norteamericana (Reynal & Hitchcock, versión inglesa y francesa en 1943), que incluye las célebres acuarelas realizadas por el propio autor que se encontraba exiliado de una Francia invadida por el nazismo. Esta fue la única edición que conoció en vida el aviador (luego del fin de la segunda guerra mundial saldría la primera edición del libro en Europa), ya que un año después "desaparecería" durante una misión de reconocimiento sobre el mar Mediterráneo. Personalmente siempre me encontraré del lado de los que creen que Antoine de Saint-Exupéry fue al encuentro de aquel amigo que alguna vez encontró en un desierto de fuego.



M.Dávalos.-



Antoine de Saint-Exupéry (1900 - 1944). Otras obras: Vuelo Nocturno (Novela - 1931), Tierra de hombres (Novela - 1939), Piloto de guerra (Novela - 1942), Carta a un rehén (Novela - 1943), Ciudadela (1948).







martes, 9 de noviembre de 2010

Rémy Duroc e Iggy Pop



La Bestia Pop


Iggy Pop es el puto amo. Es fama. Uno de los pocos humanoides que me realmente me caen bien. No serán más de veintitres quienes lo lograron: Abraham Lincoln, Roberto de las Carreras, Jorge Newbery, Andrés Mazzali, son parte de la escueta lista. Otros de la misma, aún viven. Recordemos que alguna vez Iggy cantó: "I'm livin' like a dog.... and I'm bored". No seré yo, felino, quien critique esta sentencia, claro está. A mí, Rémy Duroc, me gustaría prepararle unas margaritas y daiquiris al viejo Iggy, servirle una chocolatada, algún que otro "fist" de Jack Daniels o una grappa con limón, sentados en una piscina de plástico en Las Toscas, Solís o Cuchilla Alta. Cualquiera de estos tres destinos. Quizá podría ser en alguna piscina de Hollywood. No problem with that...

Animal, gracias por tanto; por I wanna be your dog (según Dylan, la mejor canción escrita sobre los perros), por no conocer el miedo al ridículo, por sincero, picante, por ser un salado, por climáticos momentos como en Nightclubbing -con el inolvidable y profético "beat" incluído-, por reconocer ser un idiota pero sin perder la lujuria. Por jugarte la ropa, tigre viejo. Por pelar.

Funtime, estimado Pasajero.
Funtime
.



R. Duroc.-



(Extraído de "Cuarta de las siete vidas" -
Epílogo: Una de las siete se me fue en un estornudo-).







Sick Boy: It's certainly a phenomenon in all walks of life.
Renton: What do you mean?
Sick Boy: Well, at one time, you've got it, and then you lose it, and it's gone forever. All walks of life:George Best, for example. Had it, lost it. Or David Bowie, or Lou Reed.
Renton: Lou Reed, some of his solo stuff's not bad.
Sick Boy: No, it's not bad, but it's not great either. And in your heart you kind of know that although it sounds all right, it's actually just shite.
Renton: So who else?
Sick Boy: Charlie Nicholas, David Niven, Malcolm Mc Laren, Elvis Presley...
Renton: OK, OK, so what's the point you're trying to make?
Sick Boy: All I'm trying to do, Mark, is help you understand that The Name of the Rose is merely a blip on an otherwise uninterrupted downward trajectory.
Renton: What about The Untouchables?
Sick Boy: I don't rate that at all.
Renton: Despite the Academy Award?
Sick Boy: That means fuck all. It's a sympathy vote.
Renton: Right. So we all get old and then we can't hack it anymore. Is that it?
Sick Boy: Yeah.
Renton: That's your theory?
Sick Boy: Yeah. Beautifully fucking illustrated. [con énfasis en acento a lo Sean Connery]


lunes, 25 de octubre de 2010

"The Social Network" (La Red Social), de David Fincher (2010).



 
La Red Social es un film y un manifiesto generacional. Una labor conjunta del director David Fincher y el guionista Aaron Sorkin logra un ilustre tratamiento cinematográfico de personaje.

El mayor acierto de David Fincher en La Red Social es retratar a una generación, partiendo del análisis de uno, individuo, animal social. La propuesta: la construcción de un personaje. Y si éste es el creador de Facebook -la red social con más de 500 millones de miembros, que está en viaje hacia la cima y aún no se vislumbra su caída-, mucho mejor.

Es factible que con el paso del tiempo se reconozca a este film por su significativo estudio cinematográfico de personaje en lo que va de este nuevo siglo. Otro para recordar fue el realizado por Paul Thomas Anderson en There Will Be Blood (2007)

La idea y su cimiento

La Red Social no es una película más sobre estudiantes yankees. Es un manifiesto, un culto a la personalidad. Y de ahí surgen los detalles, primarios y secundarios. La película tiene puntos en común con Citizen Kane (1941), más allá del ascenso de un joven forjando un nuevo poder, ejemplificando el "american way of life", siempre rodeado por sus demonios personales. El personaje de Charles Foster Kane y el de Zuckerberg comparten la metáfora del "Rosebud" a través de sus debilidades, cuando queda de lado el supuesto prodigio y queda expuesto el corazón. De todos modos, los resultados son diferentes: Fincher no es Welles, y Citizen Kane fue un fenómeno único por su significancia y reluce día a día, asumiendo que no inventó nada pero supo trabajar con lo que tenía a mano en su momento, innovando y rescatando al cine como arte. En La Red Social es arduo para el espectador estudiar los cimientos y extravagancias de Xanadú, pero en cambio es perceptible este palacio invisible e inabarcable que se construye en la Web.

En esta cinta la idea se expone mediante ciertos estamentos, más allá de la primera e inofensiva lectura: el nerd, quien no genera interés en las chicas, busca y pone todo lo que tiene en un campo que lo admita, para generar, y de ahí lograr un poder, un reconocimiento. El espectador se enfrenta a un estudio sobre la condición humana en su punto más primario: sentido de pertenencia, la búsqueda de "ser alguien" -Mark y su admiración al comienzo hacia las fraternidades- y un fracaso que provoca la creación de otro orden de aceptación. La semilla pronto se convierte en bosque: un pibe asocial crea la red social más célebre de Internet.






Mensajes y solicitudes

Desde la primera escena, las cartas están sobre la mesa: este no es un film sobre Facebook. La red hace su propia película con sus millones de usuarios día a día: con los de Uruguay, Bangladesh y Burundi interactuando, etiquetando gente como "cool", "sexy", o buscando contactos o "amigos". Desde el vamos, queda manifiesta la no exteriorización de un tratamiento narrativo sobre una red social en la Web: se presenta la red individual-social pero de la vida real.

Primera escena: incomunicación, juventud, conflicto, sexo, misoginia, represión, fracaso. Personalidad presentada en un bar y la perspectiva de la cámara recordando a Los jugadores de cartas, de Paul Cézanne. Mark, el emisor, no para de hablar, demuestra fobias ante el objeto de deseo: Erica (Rooney Mara), la novia, el receptor. Desde aquí, de esta escena clave, inicia el conflicto de esta adaptación de la novela The Accidental Billionaires, de Ben Mezrich.

Las referencias se dirigen hacia un fin: la psique del joven Mark Zuckerberg. Justo ejemplo es la escena donde al extrovertido empresario Sean Parker (Justin Timberlake) lo encuentran bastante expuesto en una fiesta. Fincher, más allá de mostrar un tibio conflicto de moral o condena de lo que les sucede a los "chicos malos que se portan mal", logra nutrir aún más la personalidad de Mark. Esto no puede ser un detalle menor: se perdería demasiado. Recordemos a Carl Gustav Jung en sus estudios "introvertido-extrovertido", conflicto y posteriores aristas. Podemos ser menos pretenciosos que este análisis y buscar otro camino: ¿Qué supone ser "popular"? En La Red Social se puede apreciar bajo el estudio de una solitud denunciante. Así es la juventud que aquí se trata: una red virtual de millones de amigos, y Mark apenas tiene uno en la vida real. La vindicación del individuo emerge: Mark no tiene tiempo para reírse. Que se rían los demás. No tiene tiempo para pensar en detalles como la vestimenta. Si está cómodo, sale de pijamas, salto de cama y chancletas. Esta comodidad es la que realmente le importa. Que otros busquen sus trajes, sus zapatos.




Componentes de "La Red"

Jesse Eisenberg (Adventureland, 2009) interpreta a Mark Zuckerberg. Gran acierto. El personaje tiene más en común con Lady Macbeth que con un simple y atormentado nerd. La labor del actor es más que digna: es trascendental. Eisenberg es vivo frente a la lente, con importante noción de cámara, creíblemente introspectivo.

Asimismo, la trama va a buen puerto por Eduardo Saverin (Andrew Garfield, de destacada labor), la némesis de Zuckerberg y co-creador de Facebook. Personaje creíble, el "amigo real", otra clave en el desarrollo de la obra. Siempre se lo ve vestido impecable, de negro, con una nutrida agenda de viajes y encuentros con empresarios, pero que por otro lado nos expresa la imagen del paso del tiempo -un símbolo del viejo mercado y forma de negociar "cara a cara" frente al nuevo campo de acción mercantil de la plataforma informática-. Esta denuncia es aún más explícita a través de Zuckerberg, cuando le enfatiza a Eduardo que "se queda atrás".

En el elenco hay personajes secundarios: Sean Parker, el creador del sitio de descargas musicales Napster, o los hermanos remeros de la Universidad de Harvard, Cameron y Tyler Winklevoss (ambos interpretados por Aaron Hammer), quienes convocan en un comienzo a Zuckerberg bajo halos de exclusividad y renombre para que trabaje con ellos en la creación de una red social de contactos.

Luego de Fight Club (1999) y The Curious Case of Benjamin Button (2008), Fincher decidió estudiar la juventud desde nuevos parámetros: contraste entre los campos de acción, la apertura al cyberespacio y la reclusión en el mundo real y físico de los personajes. De un intangible universo de millones como capa primaria, a estudiar a uno, desnudo, un simple individuo, que somos todos. El director, con su lente nos expresa su visión: interiores, la importancia de la luz, el énfasis de lo "oscuro", los planos centrados sobre el personaje y su evolución ante el espectador. Conceptos familiares en su filmografía. Es falaz comparar a Fincher con Hitchcock -y esto no sólo por no haber realizado el film más terrorífico de la historia del cine, mediante planos y montaje inolvidables, como lo es Psycho-, pero ambos realizadores se asemejan en la acérrima composición de sus medios narrativos con similar y llamativa originalidad, en la creación de climas con la cámara, con el silencio. A modo de ilustrar este ejemplo, vale agregar a Stanley Kubrick en El Resplandor (1980).

El guión de Aaron Sorkin (The West Wing) es otra clave, una sucesión de aciertos. Supera la composición de algunos personajes -los hermanos remeros- y momentos flojos, como el caso de la escena de celos de la novia de Eduardo, sin que la trama lo padezca. Correcto uso de los diálogos: desde la primera escena hasta la composición estructural de personajes como Sean Parker, Eduardo, y sobre todo Mark Zuckerberg.

El sonido, a cargo de Trent Reznor y Atticus Ross, es artesanal, moderno y digno de reconocimiento. Fiel aliado a la cámara de Fincher. Vale mencionar la versión de "Creep" de Radiohead, a cargo de Scala & Kolacny Brothers, y la relación de la letra de la canción con el significado primario de este film.



Garfield y Eisenberg se destacan

Aceptación - rechazo: La larga espera 

Quizá las discusiones judiciarias logren tedio en el espectador, que pueden ser de terreno común, pero son necesarias e informativas. Posiblemente la parte más baja del film, salvo la que, fruto de esta acumulación de escenas y climas, sucede hacia el final. Esta escena actúa como la teoría de la punta del iceberg de Ernest Hemingway. Lo que queda oculto, debajo de la superficie: cuando una atractiva abogada le dice a la pasada a Zuckerberg cara a cara que no es un idiota, pero que "se esfuerza bastante para serlo". Esto, por más inocente que parezca, no va dirigido únicamente hacia él. Es, adrede o no, una evocación a los detractores del príncipe Mishkin que retrató Dostoievski. Acción social sobre una persona.

Quien escribe esta crítica no tiene cuenta de Facebook. Pero si la tuviera, clickearía el dedito que señala "Me gusta" sobre este film. Esto con relación al efecto de la imagen explícita de Zuckerberg postrado, apretando el F5 para "actualizar una aceptación". Y justo de quién... A la espera: la declaración que trasciende la obra y señala a la red social en su esencia primordial. Un manifiesto leitmotiv, pero aquí se deja la puerta entornada. Actualizar-espera/Aceptación-rechazo. No importa el ser realmente, sino la importancia del medio por su adaptabilidad, sea una red social cibernética de millones o un club de bochas de barrio. El rastro está ahí, al alcance, y más si se es joven en los tiempos que corren. Esta condición primaria fue respetada por David Fincher, desde la primera escena entre Mark y Erica hasta la caída de los créditos finales.





Director: David Fincher
Guión: Aaron Sorkin
Fotografía: Jeff Cronenweth
Música Original: Trent Reznor, Atticus Ross
Reparto: Jesse Eisenberg, Andrew Garfield, Justin Timberlake, Armie Hammer, Erica Albright
Duración: 120 min
Columbia Pictures


David Fincher (1962). Otras obras: Alien 3 (1992), Seven (1995), The Game (1997), Fight Club (1999), The Panic room (2002), Zodiac (2007), The Curious Case of Benjamin Button (2008).


Trailer:


















viernes, 15 de octubre de 2010

"Remo y su loba" en revista Otro Cielo (Octubre).

Estimados:

Este mes de octubre, el relato de mi autoría Remo y su loba salió en "Otro Cielo", revista literaria donde se destaca un tributo-imágen al recientemente ido Fogwill.


Hete aquí para leer la revista en vivo y completa.









viernes, 8 de octubre de 2010

The Pixies en Uruguay (7/10/2010)




Muchos de los presentes quizá hasta que no los vieran en el escenario aún no podían creer un 100% que la histórica banda de Boston estuviera en Uruguay. Pero así fue, cuando Black Francis, Kim Deal, Joey Santiago y David Lovering comenzaran el show con la indómita “Bone Machine”. Era real.

Pixies es una de esas bandas que si a uno le agrada, está prácticamente obligado a tenerle cariño. Así suele ser la música ante las emociones. Desde los que comenzaron a tocar la guitarra imitando los riffs de Black y Santiago hasta los que se sonrojaban con temas como “Here comes your man”. Y es una banda que cimentó e hizo escuela en la escena alternativa-indie no sólo de Estados Unidos, sino de todo el mundo. Desde Nirvana a Radiohead, desde bandas de Bangladesh que no conocemos hasta los uruguayos Buenos Muchachos. Les deben mucho. Les debemos mucho. Y ayer lo disfrutaron miles de uruguayos, por primera vez en su propia casa. Vaya lujo.



Buenos Muchachos

La lluvia en la tarde noche amenazó pero ahí quedó. Y todo estuvo bien. Desde la Rambla a un costado, y un pequeño espectáculo circense en la puerta, y entrar a esperar que los locales Buenos Muchachos subieran al escenario a telonear. A cumplir un sueño, de tocar una noche junto a los Pixies. Su show fue compacto y emocionante, lo que no es novedad. Con la ausencia de su guitarrista Gustavo Antuña "El topo", pero con presencias como la de Ignacio Gutierrez en teclados y Pol Sónico (Supersónicos, La Hermana Menor) en percusión, tocaron temas representativos de todos sus discos: “He never wants to see you (once again)”, “Desestrés”, “Cecilia”, “El faro”, “La isla era un camalote” (el tema más importante de los últimos quince años de la escena local), “Pavimento del buen muchacho”, “De a 2 mejor”. Un buen aperitivo para lo que llegaría luego. 

Here comes your band 

Y los históricos de Boston subieron al escenario. Con puntualidad. Desde el comienzo de “Bone Machine” el público se exaltó para pronto entregarse a una estampa de una banda profesional, que no dejó nada por dar en los 90 minutos que pisó por primera vez un escenario en Uruguay. El sonido del método, de una guitarra inconfundible de Santiago, la brillante Kim Deal con su bajo que por momentos parece su tercer brazo, o una segunda boca, en “Debaser” volvió loca a la multitud.

El concierto fue una marea de sus grandes éxitos. No faltaron “Wave of Mutilation”, “Monkey gone to heaven”, “Hey”, y la complaciente “Here comes your man”; Black gimió como perro en celo en la inigualable “Tame”; “Velouria”, “Gouge away”, “Crackity Jones”, "Break my body", “Vamos” y los presentes cantando, todos sonrientes.

“Caribou”, otro momento hipnótico en la fresca noche y otra prueba del sonido como bofetada a los presentes. Clase y puntualidad. Luego vino “Isla de Encanta” y un shock eléctrico a varias generaciones de fanáticos en el Teatro de Verano. El show se fue con la inconfundible “Where’s my mind?” y “Gigantic”.

A los cuatro músicos se los vio distendidos, en gracia musical y con presencia, más allá que no presentaran nuevos temas pero arremetieran con clásicos. Pero tocaban ante un público que estaba en trance. Lo lograron con clase. Hay equipos de fútbol que cuando logran una gesta ante un clásico rival, una goleada, un campeonato ganado de atras, suelen cantar “No se olvida más”. Ayer, hasta las hormigas que bordeaban alguna palmera cercana, podrán asegurarlo de este show.


Black Francis "on fire"

Setlist:

1 - Bone Machine
2 - Broken face
3 - Nimrod's son
4 - Holiday song
5 - Something against you
6 - Debaser
7 - Tame
8 - Wave of mutilation
9 - I bleed
10 - Here comes your man
11 - Monkey gone to heaven
12 - Mr. Grieves
13 - Crackity Jones
14 - La la love you
15 - N° 13 baby
16 - Gouge away
17 - Hey
18 - Velouria
19 - Dig for fire
20 - Cactus
21 - Break my body
22 - Caribou
23 - U-Mass
24 - Isla de encanta
25 - Vamos

26 - Where's my mind?
27 - Gigantic

28 - Planet of Sound


M. Dávalos.-








martes, 5 de octubre de 2010

Un Imperio arde en el patio trasero







Hubo un joven.
A dos meses
de cumplir
18 años.

Recordó
que tenía que alquilar
Inland Empire,
de Lynch.

Ya la había visto.
En un Festival.
Internacional.
Cine.

Creyó.
Haber.
Entendido.

Estaba
Disponible.

Hacer 7 copias.
En DVD.

Juntarlas
en el
patio
trasero
de
su casa.

Y quemarlas.
Todas.

No se salvó
ni
la
original.

El videoclub no entendería (¿Lynch sí?).
Pero llamaría
por la copia.

Pero
jamás
lo hicieron.

Ya pasaron
6
meses
de
esto.


Y el no volvería más ahí.

Algo andaba demasiado bien.



M. Dávalos.-




lunes, 13 de septiembre de 2010

Wood, Robin Wood *



* La siguiente nota fue publicada en el N°3 de 33 Cines, revista cuatrimestral sobre cinematografía, ganadora de los Fondos Concursables del Ministerio de Educación y Cultura. En dicho número, se hizo un acercamiento al estudio de la historia de la crítica uruguaya de cine, revisitando materiales, planteando debates. Críticos y ensayistas locales reseñaron a otros internacionales; y se invitó al Colectivo Árbol para discutir sobre formas de producción y exhibición alternativas. Finalmente, se reseñó un sitio cinematográfico web, y la artista Inés Olmedo escribió una nota sobre el oficio del director de arte. La revista tiene un valor de $ 100, y está disponible en varias librerías del país. Por más datos, aquí.



Robin Wood (1931-2009)



Cuando citamos a Robert “Robin” Wood, claramente podemos dejar de lado el cimentado concepto de crítico (al menos por un instante), para hablar de un “educador”. La crítica que se basa sólo en destruir, no educa. Amontona. Podemos recordar al ansioso crítico Jean-Luc Godard cuando destacaba el rescate de realizadores y de films, en visión únicamente constructiva –y luego revolucionaria, cuando él mismo optara por tomar el lente- porque para criticar cine no sólo es necesario alargar la lengua o alardear bajo amiguismos, sino que es necesario educar. O al menos intentarlo. A estos críticos que apelan a educar, se les reconoce el ir más allá. Y no sólo en algunos círculos. Es cuestión de tiempo, trabajo y pasión.

De todos modos, no todo es educación para un crítico. La Juventud es un divino tesoro. “Il faut…", cuando así comienzan una oración los franceses es inevitable sinónimo de atención. François Truffaut no paró nunca de tirarle flores a Alfred Hitchcock y, en este caso puntual, al leer El cine según Hitchcock (1) el lector-espectador sabe que pasaron las primeras cincuenta carillas y está aprendiendo. Al paso de las páginas, hay concesiones en esto. Este libro particular marcó tendencia en los años sesenta, educando a varios críticos, y varios hasta disintieron –quizá algunos con razón-, con la visión “mano a mano” del francés sobre uno de los Maestros.

Hablamos de educar, y sí: Robin Wood. Él también se inquietó por Hitchcock y escribió otro libro sobre el director: Los films de Hitchcock, en 1965. Antes de publicar esta obra, escribió un ensayo sobre el film “Psycho” (1960) que vio publicación en los clásicos Cahiers du Cinéma. Este puede ser un procedimiento a la vieja usanza: primero ensayo y luego libro. Pero estos críticos, contemporáneos de edad, nacidos en los primeros años de los años 30’ (Truffaut y Wood se llevaban tan sólo un año de edad), valoraban al director inglés construyendo sobre una clara base formativa. Vemos luego de varios años la obra de Hitchcock, lo comparamos con lo que se ha dicho, y vemos que aquellos escritos eran de una militancia sobre el arte de cine, sin concesiones ni liturgias baratas.

Escribir sobre cine es un reto harto conocido. Varios críticos conocidos por sus tácticas orales, cuando escribieron, fallaron. Otros, con los años cambiarían de opinión en alguno de sus dictámenes: El mismo Jorge Luis Borges reconoció que en su momento (1941) fue quizá un poco “duro” con su crítica de Citizen Kane, de Orson Welles (2). Esto sobrepasa los gustos personales. Aquí es clave dominar un arte, el de la transición implícita que requiere el o los pasos necesarios de analizar con palabras lo que dice otro lenguaje, el cinematográfico (montaje, edición, fotografía, como quizá la santísima –y operable- trinidad). No es fácil.

Hablemos de Robin Wood. Nació en Inglaterra a inicios de los años 30’ y en los años 50’, ya como maestro, daba charlas con una verborragia para nada pasiva cuando bajaba a tierra a sus ídolos Howard Hawks (cuenta con cierta fama su intenso análisis del film “Rio Bravo”), Ingmar Bergman y el ya mencionado Alfred Hitchcock. El crítico escribió un libro sobre la obra de cada uno de estos en el último lustro de los años sesenta (3).

La década de los 70’ fue movida para Wood. Tanto en su postura crítica como su vida personal (que a la postre sería determinante en el vuelco de su desarrollo como crítico cinematográfico). En los comienzos de la década continúa dando charlas sobre cine pero en Ontario, Canadá, donde se instala. En 1974 Wood se divorcia de Aline, su mujer y madre de tres hijos, y en 1977 comienza una relación sentimental con Richard Lippe, quien sería su pareja hasta su muerte. Juntos, en 1979, escribieron un irónico ensayo sobre el cine de terror americano (4).

Sin embargo, la obra de Wood entrada la década de los 80’ adquirió otro tipo de militancia; no era aquella rebosante de teoría postmodernista de los años 60’. En los 80', con la bruma del gobierno de Ronald Reagan en Estados Unidos, y su condición de homosexual militante con influencias marxistas en su crítica, habían cambios que no eran simples quejidos, sino que resultaban instrucciones analítico-temporales de su visión cinematográfica, destacando en sus escritos el destaque de nuevos realizadores como Scorsese, De Palma o Spielberg (5).



En 1985, aparece en Canadá la revista trimestral Cineaction! donde Wood escribiría por veinte años, junto a su pareja, Lippe, y otros críticos canadienses (donde en años venideros se destacaría Maureen Judge), con un estilo evolutivo que buscaba una “mixtura”. La revista destacó en su primer número “(…) proveer, dentro del campo de la crítica cinematográfica, alternativas: Un equilibrio entre la crítica de tinte periodístico, práctica de entretenimiento y de opiniones personales, con la crítica puramente académica y radical” (6). Una revista militante desde el vamos, con Wood como estandarte y patrón, desde Canadá y llegando al mundo, con el destaque feminista como anti-racista, rescatando la mirada homosexual sobre el cine bajo los vaivenes sociales políticos de los años ochenta. Esta revista logró setenta y un números hasta el último, publicado en mayo del 2007. Cineaction! marcó una clara tendencia no sólo en Canadá, sino que también ha sido vehículo de análisis como “rescate” de films independientes de Asia como África con una mirada claramente identificable.

Como se mencionó al inicio, Wood es un claro caso de “crítico” educador. Y no porque use túnica, no se malinterprete. Por esto no fue azaroso comenzar este texto destacando la presencia de Hitchcock sobre los jóvenes críticos en los años sesenta. Las críticas cinematográficas de Wood nunca fueron rejuntes aislados de análisis de diversos films. Resulta un conjunto incisivo que compone una visión y evolución en la condición crítica del hombre (persona) sin dejar de lado los tiempos y lo que ocurre fuera de la sala de cine, de la butaca. En Robin hay compromiso. Contagia. La “buena” educación supone revuelta, rebelarse con creencias y fundamentos constructivos. O donde el término “destrucción” sólo sirve para la posterior –e inmediataconstrucción.

Robin Wood murió en diciembre del 2009 a los 78 años, y no vendría mal tenerlo en cuenta como personaje de peso de la crítica cinematográfica del siglo XX, ya sea releyéndolo o salirlo a buscar, o, bastante menos pretencioso, saber que cuando escuchemos las palabras “Robin Hood” o hablar de un tal Ed Wood, en poca diferencia de letras, se acorte el camino de la memoria.



M. Dávalos.-



Fuentes citadas:

1) El cine según Hitchcock, François Truffaut (1967). (Alianza Editorial, 1988).

2) Borges en Sur (Emecé Editorial, 1999).

3) Ver (1), Howard Hawks (1968), Ingmar Bergman (1969).

4) The American Nightmare: Essays on the Horror Film, por Robin Wood y Richard Lippe (1979).

5) Hollywood, de Vietnam a Reagan (Columbia University Press, 1986).

6) CineAction! (http://cineaction.ca).









martes, 24 de agosto de 2010

Tres escenas de pugilato en el celuloide



Más allá de uno practicarlo de manera poco menos que amateur, más allá de simpatías personales, se puede destacar el aporte del boxing en varias artes. Tres escenas representativas de este deporte sobre el celuloide. Hubo un recio sistema de votación entre entendidos, manifiestos escritos, manos más que alzadas, bajo un sin fin de insultos, densa humareda y hasta golpes bajos. Por ello aquí no busquen a un tal Rocky, ya que por acá no está.


3) Requiem for a heavyweight, de Ralph Nelson.

Film reseñado aquí en su momento, su escena inicial con el travelling sobre el mostrador de ese bar, con esos rostros de púgiles observando en la televisión como el mismo Muhammed Alí (Cassius Clay en aquel entonces) le da una paliza al sensible "Mountain" Rivera -interpretado por Anthony Quinn-. El film más anti Rocky que existe, con seguridad el film más "desnudo" sobre el boxeo dentro como fuera del ring.






2) Snatch, de Guy Ritchie.


And get up and have a fuckin' fight. Y sí, la escena es memorable. Brad Pitt se calza justa la pilcha del "pikey", el gitano Mickey que tiene algo que decir cuando pelea, ya sea en un sótano o en un establo. El director de Snatch se luce en esta escena: la bajada al sótano (con el enorme acierto del tema "Fuckin' in the bushes", de Oasis), la cámara, los sanos vicios que utiliza, fotografía, el lenguaje visual y sonoro con los sigilosos ruidos de gritos entre mandíbulas, nudillos, costillas y huesos rotos. Ese sótano hiede a pelea. El espectador, de parabienes: sólo es mirar, escuchar y pestañear poco.





1) Raging Bull, de Martin Scorsese.

Y no pueden haber dudas si somos buenos. Robert de Niro le ganó el voto de simpatía hollywoodense llamado Oscar al inapelable John Hurt del Hombre Elefante. ¿Injusticia? No lo sé. Lo que no es injusticia es lo que Martin Scorsese logra desde la apertura de Raging Bull, su toro salvaje. De Niro (personificando al gran Jake La Motta) solo en el siempre indefinible ring, hermoso, animal, bailando sin errar bajo esa melódica Ópera Cavalleria Rusticana, de Pietro Mascagni, que vive y late hacia dentro, como siempre será cada movimiento de un toro. La cámara fuera del ring, con notorio énfasis en las cuerdas. En el fondo están las lámparas explotando, ardiendo detrás de un humo violador; truco de Scorsese para dar relieve a su blanco y negro, vibrar con la magia. Este es uno de esos comienzos que ponen la piel de gallina a más de uno. Nada sugerente esto, estando cerca de un gato como Rémy Duroc. Pero como son gajes, hay que tener carpeta a veces. Gran acierto el uso del blanco y negro, de los chocolates Hersheys como sangre, para la vistosidad; todo. Me es muy difícil hablar de este film. Sin palabras esta opening scene. Toda la significancia de lo "bello" en el celuloide.








M. Dávalos.-










viernes, 6 de agosto de 2010

"Inception", de Christopher Nolan (2010).





"Al este de Shangtu, Kubla Khan erigió un palacio,
según un plano que había visto en un sueño
y que guardaba en la memoria".
Visir de Ghazan Mahmud, descendiente de Kubla.


Inception no es ningún origen en la filmografía de Christopher Nolan (seguramente el reconocimiento sea para Memento); quien intenta concebir una magna representación que abarque todo lo que esté a su premeditado alcance, sin renunciar a notables efectos visuales que terminan atentando contra la (las) trama (as) a exponer. En este punto hay una intrínseca relación con recientes producciones, como el caso de Synecdoche N.Y (2008) de Charlie Kaufman.

El campo se expande: un laberinto circular, un sueño, los sueños. La trama lo es todo: al servicio de los ladrillos, la gravedad y la penetración en el subconsciente compartido con un fin. Más allá del claro corte mitológico intelectual, como la significación de personajes como Ariadna o Mal, Inception es un puzzle abstraído en su desarrollo y bifurcaciones. Pero lo que queda claro es que desde el guión, la obra busca una quimera eludiendo caminos.




Dom Cobb (Leonardo Di Caprio) es el "extractor" que se hace llamar seguridad: el encargado de reclutar partes (personas) para ingresar al subconsciente de un "objetivo" y robar información. El mecanismo resulta una panacea cuesta arriba para la película: la tecnología invade la mente, tesoro del hombre. En este caso por una redención familiar del protagonista: la vuelta a su país, al hogar y a sus niños, y también por buen dinero. Estas partes, componentes para armar, son: Yusuf, el químico, Arthur el "point man" (la clave), Ariadna, la arquitecta del laberinto onírico, Saito el "businessman" quien promete a Cobb una redención familiar si hace un último trabajo, y Fischer, el objetivo, heredero de un imperio económico. Cobb será el encargado de plantar una semilla-idea en el cerebro del joven heredero, la competencia del millonario Saito en su macro-imperio económico empresarial.

Los personajes no tienen peso propio y son oprimidos por la trama desde el comienzo del guión. Nolan dejó de lado la significancia del personaje luego de cimentar junto a su hermano Jonathan uno de los más convincentes de los últimos diez años que dio Hollywood: el "Joker" de The Dark Knight (2008), film anterior del director. En este nuevo trabajo, Cillian Murphy en el papel de Fischer afirma que es un actor con presencia (nada nuevo luego de su delicada labor en The wind that shakes the Barley, 2006). Marion Cotillard (La Vie en Rose, 2007) interpreta a Mal, la esposa de Cobb, habitante de un espacio de carácter dantesco, de entrada y "origen" de los sueños de su pareja. Murphy y Cotillard son los actores más consistentes del reparto, mientras que Di Caprio, Ellen Page (Ariadna) y Ken Watanabe (Saito) están a la altura sin necesidad de pellizcarse para despertar. Nolan vuelve a contar con Michael Caine (tras la saga de Batman, The Prestige), esta vez en un rol secundario como padre de Cobb.

Un film donde proliferan efectos visuales cautivos del mundo de los sueños. Mundo que aquí parece siempre operable: vemos Paris dada vuelta, rotando para formar un cielo, un techo compuesto por sus propios edificios; distinguimos al joven Arthur (Joseph Gordon-Levitt) luchando a los tiros y a las piñas en un edificio sin leyes de gravedad, atando a personas y generando explosiones; nos enseñan trucos de espejos en el puente Bir-Hakeim de Paris (inferiores a algunos que logra por sí mismo el Metro línea 6 en su paso por las noches). Sueños y espejos son recurrentes (desde Carroll hasta Cocteau, desde von Sternberg hasta Lynch): es adrede que los dos hijos de Cobb aparezcan vistiendo siempre la misma ropa, a medida que se suceden en el sueño o son vistos en el supuesto tiempo "real", o plano madre. No así el llamado "Limbo": zona de una clarividente arquitectura en efectos y construcciones con mayor relevancia sobre la base de la trama (casas de infancia, de los “buenos momentos” que trae la memoria).




Pero hay más: el uso de la canción Non, Je ne regrette rien de Edith Piaf, y los "kicks", la sensación de caer que hace despertar del sueño de cada una de las partes, de estos soñadores que comparten sueños (uno lo hace al caer una camioneta de un puente, otro transita sin ley de gravedad con efectos estilo Matrix en un edificio, otro vuela una fortaleza en la nieve) y tienen un propósito en común, que el desenlace puede develar o aproximar. Subconsciente, trabajo entre sombras e interposición de escenarios son moneda corriente y acumulable. Hay acción y se generan inquietudes. Era de esperar que esta producción de Nolan trajera cola apenas viera la luz. Lo llamativo es lo que ha provocado con inmediatez, ese grito en el cielo de "film revolucionario" a viva voce, como si las opiniones se gestaran en una sala de emergencias. Inception requiere tiempo y crecerá o decrecerá por sí misma (ya que eso sí edificó), sin necesidad de histerias.













Wally Pfister logró una gran fotografía, y no sólo por sus escenarios exóticos (como ocurrió en Batman Begins, 2005) bajo avalanchas de nieve o dar vuelta una metrópoli. Su gran acierto son los interiores logrados: desde la escena inicial de la visita de Cobb a Saito hasta habitaciones de hotel o pasillos de edificios. Hans Zimmer, encargado de la música, está presente con una labor aceptable y de considerable relación al anterior film de Nolan, el segundo sobre el hombre murciélago.

Parece ser que en estos próximos años Hollywood apelará al metalenguaje basado en juegos psicológicos. Se está dejando de lado la renta de los virus, cataclismos que sólo justifiquen balazos, síntomas patrioteros post 11 de Setiembre, guerras, Iraq, Afganistán. Entramados de la mente humana afloran: se viene vendaval. Luego del gran acierto de la serie televisiva Lost, llega una dirección comunicacional de orbe "similar" (hasta el concepto de redención en aviones que aterrizan, en check-ins de aeropuertos). La bandera está clavada en tierra, pero ésta no parece tan fértil. De todos modos, Nolan está del lado de los que intentar retar e innovar. 

Inception es un aceptable film, pero no es un atrapasueños. Se sirve de los sueños únicamente como punto de partida. Va desde el vamos por todo y su desenlace es discutible, más allá de la diversidad de opiniones y lo que la obra logre o no. Y el medio en este caso le jugó en contra: los límites del lenguaje cinematográfico. Además hubo varias concesiones y abuso de recursos (explosiones, redenciones, cuentas bancarias, y formación de diálogos que al iluminar oscurecían de inmediato, casi con urgencia). Hay influencias de Alphaville (1965) de Jean-Luc Godard, esa kafkiana pesadilla económica sobre la lente. Hay momentos para todo. Inception es un puzzle y quiere ser laberinto. Pero hay laberintos que se construyen sin la ciega insistencia por el premio final, el Minotauro: Jorge Luis Borges, La Casa de Asterión, por ejemplo, sale del mito sólo para sorprender, para crear luz. Ahí la justificación de sus dos hojas de contenido. Si querés China, tenés que pisar al menos alguno de sus puertos linderos. Quizá Mulholland Drive (2001) fue la película de este siglo que, bajo sus obvias pretensiones cinematográficas, oníricas y persecutorias, haya logrado hacer pie en la orilla tras la oleada del mar. 2001 de Kubrick y 8 1/2 de Fellini, han logrado el mar.

Esta obra de Christopher Nolan ilustra el ejemplo de llamar al loco y al arquitecto en aquella vieja receta de cómo crear. Pero estos aquí reinvierten sus roles en demasía. Además, si todo (o algún claro remanente) fuera cierto para adaptar esta "idea" a un lenguaje audiovisual, siempre quedan atrás otros sentidos. Ojo con esto, ya que uno podría encontrar algo más potencial que esta magna idea en un propio sueño, en su propia cama, sin butacas a su alrededor, en su propia imaginación (sumémosle el olfato, el tacto) y, con mucha fortuna, recordar apenas alguna nimiedad al despertar.


Inception (2010).
Guión, dirección y producción: Christopher Nolan.
Fotografía: Wally Pfister.
Actores: Leonardo DiCaprio, Joseph Gordon-Levitt, Ellen Page, Marion Cotillard, Cillian Murphy, Ken Watanabe.
Música: Hans Zimmer.
Duración: 148 minutos.


domingo, 1 de agosto de 2010

Recordando a Idea Vilariño





Hablando de Aquiescencias, dos recortes sobre Idea Vilariño, a poco más de un año de su desaparición física.



"Escribo, pienso, leo...".

Escribo
pienso
leo
traduzco veinte páginas
oigo el informativo
escribo
escribo
leo.
Dónde estás
dónde estás.



Sobre J.C. Onetti:


“Es el último hombre de quien debí enamorarme porque éramos lo más imposible de ligar que había. Nunca entendió el ABC de mi vida, nunca me entendió como ser humano, como persona. Y así teníamos nuestros grandes desencuentros. Si yo hablaba de algo sumamente delicado él me salía con una barbaridad. Decía cosas que me hacían echarlo, imposibles de soportar. Todavía me pregunto por qué aguanté tanto, por qué volví tantas veces. Nos peleábamos y volvíamos a juntarnos, lo echaba, regresaba. Una noche me llamó desesperado para que fuera a verlo. Yo estaba con alguien que me amaba y lo dejé por ir a pasar una noche con él. Y recuerdo que lo único que hicimos fue ponernos de espalda, leyendo un libro él, y yo otro. A la mañana siguiente le agarré la cara y le dije: sos un burro Onetti, sos un perro, sos una bestia. Y me fui”. (Fuente: "Construcción de la Noche", por María Esther Gilio y Carlos Domínguez).




lunes, 12 de julio de 2010

"Where the Wild Things Are", de Spike Jonze (2009).



Max y Spike Jonze

Donde viven los monstruos es la traducción en castellano. Dentro de la visión, no se erró del todo. Spike Jonze es un gran director. Y aquí, en Aquiescencias, el hombre es banca. No se queda quieto, nos dio grandes videos en los años 90' y films trascendentes en este nuevo siglo. Y esta no es una obra menor.

El film parte del famoso librito de Maurice Sendak: Where Wild Things Are. El aporte de Jonze se aleja por momentos (el libro tiene 41 páginas aproximadamente, con ilustraciones simples y bellas, junto con colores cálidos y efectistas en pos de la historia) de la fidelidad al original, aporta una visión enriquecedora y más desarrollada visualmente a los silencios que Sendak propone. Jonze conduce a través de planos, encuadres y tomas que dentro de su arte visual enriquecen el concepto, lejos de errar. No llena los silencios con pastiche.



Escapar nunca será un concepto sobrevalorado. En cambio el odio sí lo es. Max (descubrimiento del actor Max Records) es un pibe de unos nueve años, de personalidad a desarrollar a lo iceberg "hemingwayano". Tiene temperamento. Su instinto es arrollar. Es un niño, es todos los niños. Vive con su hermana mayor y su madre. No hay noticias del padre: quizá esto nos pueda acercar al carácter de Max, su mirada, su posición desafiante. Su madre (Catherine Keener, Being John Malkovich) tiene que tratar con el niño y dentro de la historia aparece poco, para delinear algunos términos y para dar una mejor ubicuidad a la trama. Con su disfraz de lobo, luego de escupirle el asado a la madre con una cita y armando una nueva escena de cliché de pibe maleducado, Max escapa por el barrio. Su madre lo persigue. Max corre. Max se pierde. Max se sube a un barco. Max viaja hacia donde están los monstuos.

Viven en una isla: tienen ojos grandes, miradas cansinas, y dientes anchos y filosos. Pero no son amenazantes, como se podría suponer a priori, sino que desarrollan parámetros de conducta de hombres y mujeres. Suele ocurrir. Llega Max y es proclamado Rey. Con corona y todo. El niño y los monstruos festejan, destruyen, tiran árboles abajo, rompen y rompen. Pero eso no es todo: deciden crear una ciudadela, ya que dentro de la estructura de los seres vivientes de la isla, hay roles. Carol (James Gandolfini, el "tony" de Los Sopranos, como gran sorpresa), al aparecer en escena y apenas hablar, no dejará de iluminar. Dentro del grupo, porque no es un desbande, Carol es un líder. Pero no está solo: están Judith, H.W., Douglas, y más (donde se destacan las voces de Catherine O' Hara, Paul Dano y Forest Whitaker). Los monstruos están y vitorean al niño, al mesías. Esperan un Rey, y parece haber llegado. Pero las cosas no son como parecen. Se impone una metáfora primaria que no por entrar en terrenos comunes deja de lado los temas principales de la obra: el escape, el instinto, la infancia y el hogar.


Carol y Max

Este no es un film Disney. Ojo, no hay nada en contra del gran monopolio creado por el ídolo de hielo, sino que en este caso hay un artista que va en otra dirección. Su nombre es Spike Jonze. Hay metáforas bajo luces en escenas que recrean espacios bucólicos que no fallan. No es para cualquiera trabajar con temas como decepción y miedo desde un punto de vista que "supone" ser infantil. Los ejecutivos de la Warner no saltaron en una pata cuando Jonze se quedó con la realización de semejante film, basado en quizá el libro "infantil" mejor logrado de la literatura norteamericana. La banda sonora ilumina las imagenes, donde encontramos como bandera el tema "Wake up", de Arcade Fire. La fotografía de Lance Accord nos lleva a buen puerto: la isla es un logro, una costa de creible melancolía. El guión en conjunto entre Jonze y Dave Eggers respira. Jonze con su lente no escatimó en su respuesta y agregó su propia interpretación, donde se encuentra en una posición próxima a la de Sendak, donde el calor está. Errar en esto hubiera sido un crimen imperdonable.

M. Dávalos.-

Spike Jonze (1969). Otras obras: “¿Quieres ser John Malkovich?” (Film, 1999), "Adaptation" (Film, 2002), “The work of director Spike Jonze” (Videoclips – 2003).

Trailer: