jueves, 13 de agosto de 2009

“El ladrón de orquídeas”, de Spike Jonze. (2002).






“La adaptación es un profundo proceso”, John Laroche.



Sobre el nombre original del film (Adaptation, en inglés) se centra la trama principal: el proceso creativo, crear un puente entre el libro “El ladrón de orquídeas”, de Susan Orlean (Meryl Streep), y la transformación del mismo en un guión cinematográfico, a cargo de Charlie Kaufman y su hermano gemelo, Donald, ambos interpretados por Nicolas Cage. Luego de Adios a Las Vegas (1995), esta es la segunda gran actuación del actor.

El guionista (el verdadero Charlie Kaufman, no los hermanos interpretados por Cage) expone la dificultad de moldear artificios y métodos de un medio a otro, acompañado por la destreza del montaje y uso de flashbacks del director Spike Jonze, intercalando historias, años atrás, años después. Sin hacerlo sufrible sino dinámico, el cineasta maneja los tiempos entre Kaufman y Susan Orlean, entre sus mundos, creaciones y contrastes.

Sugerido el guionista en su adaptación del libro, para transitarlo hacia un formato de celuloide, parecería faltarle algo. “¿No puede tan sólo hablar de flores?”, sentencia Charlie, intentando convencerse, aferrarse en exponer a viva voce las palabras que lo salven, lo escolten a su propósito.

Asimismo, el film reparte diversas temáticas:

Personajes

Charlie y Donald Kaufman

La apertura, luego del monólogo de Charlie con pantalla negra, redundando sobre su propia existencia bajo la pluma del martirio hacia la llegada de los cuarenta años, se desplaza al set de filmación de la ópera prima de la dupla Jonze-Kaufman: ¿Quieres ser John Malkovich? (1999), con el guionista personaje presente en toda su ausencia, hasta causando molestias, para de inmediato optar por continuar con su lamento de por qué vino, llenando con palabras más que con hechos la mochila de su condición humana. La escena siguiente es de un admirable mosaico visual realizado por Jonze, sobre lo que ocurrió en el mundo antes de la llegada de Charlie: primera luz, primera forma, flores emergentes, pez saliendo del agua, aire, cielo, dinosaurios, Big Bang; muerte y descomposición de un zorro en tres segundos delineada por gusanos, hombre mono contemplando desde las alturas, la cabeza de Charlie saliendo del vientre materno.

Pero Charlie no es sólo un gordo culón, pelado y feo (como el se define físicamente), ni un freak disconforme a tiempo completo. Entabla diálogo con el espectador: odia los cinismos de su trabajo, las reglas de la industria, y se auto flagela psicológicamente al recordarse que forma parte de un mundo que lo utiliza bajo su turbio modus operandi. Lo critica a raja tabla, odia los clichés, las tramas forzadas por armas, drogas y sexo. Una vez que la idea inicial de su nuevo trabajo mediante signo de pregunta aflora, Charlie no la abandona, sino que se la apropia: “¿No puede ser un libro que sólo trate de flores?”. Convirtiendo la idea en máxima, busca la inventiva, el reto, esperando la supuesta inspiración natural. Y ahí el bloqueo: el inminente enfrentamiento con la técnica, el alma frente a la máquina de escribir, la hoja en blanco, grabadora en mano, la fácil tentativa de huída vestida de un sin fin de pretextos, el cuerpo rígido antes de la ejecución de la primera palabra, posiblemente pronto olvidable.

Charlie suda de manera infernal cuando se siente nervioso, intimidado, generalmente por mujeres o por él mismo. Quiere a Amelia y ella le corresponde, pero la timidez y su auto rechazo lo detienen. No redondea. La escena de la vuelta de un concierto, juntos, en su automóvil, es letal, como lo son esos momentos cuando el jugador de fútbol está frente al arco y con el golero ya vencido. Tiene que fusilar, asegurar. Pero no, esas pequeñas sensaciones, miradas que no se encuentran, asfixiantes silencios que al irse simplemente se van y luego es tarde, el inmediato tiempo del lamento, el tren que sigue de largo.

El agua, Charlie, tiene a su hermano gemelo, el aceite, Donald, totalmente opuestos fuera de lo físico. Donald, con su hermano como modelo, decide ser también guionista, pero de otro tipo; no se complica, es precario, repite en demasía la palabra “industria”, escribe una imposible historia donde varios personajes son en realidad uno mismo: un policía, un asesino y una mujer que se acechan entre sí, con condimentos como sexo, drogas, explosiones y persecuciones de autos. Todos los clichés juntos, lo que odia Charlie y, por si fuera poco, está anonadado con un seminario de pocos días y, para frutilla del postre, termina vendiendo su guión por varios miles de dólares. Como señala el trailer del film: “Uno escribe con gran dificultad, como vive (Charlie), y su hermano gemelo (Donald), vive como escribe… con gran abandono”.

Susan Orlean y John Laroche

La historia de John Laroche y Susan Orlean es diferente. A ella, reportera del New Yorker, le recomiendan convertir un artículo periodístico en una novela. En busca de su obra llega al horticultor Laroche, investiga, se mete en su camioneta, saca apuntes y ahí queda, rendida. “Delirios de grandeza”, es de lo primero que escribe en su libreta sobre el hombre.

Mientras la aclamada actriz Meryl Streep interpreta a la inconsistente reportera, el actor Chris Cooper (ganador del premio Oscar por este papel) interpreta al flaco horticultor, el ladrón de orquídeas, John Laroche: le faltan dos dientes delanteros superiores que magnifican su acento de redneck, de anteojos colgados que se mecen sobre su pecho, destila su cálida pasión por las flores, la naturaleza, hunde su cuerpo en el pantano, brinda reverencias a Charles Darwin para luego dejar salir su propia egolatría por el espacio libre de sus ausentes dientes, sentenciando a la periodista Susan: “Si hay alguien que podría representarme a mi en un film ese debería ser yo”, o mismo hasta en un juzgado: “Quizá yo sea la persona más lista que conozco”.

El director agudiza esta relación situando la metáfora bajo manifiesto visual en la relación insecto-orquídea: el pretendiente, con su cortejo, le hace el amor y la poliniza, sin siquiera ellos saber cual es el gran propósito de la relación, perecedera. La escritora envidia la pasión de Laroche por su profundidad y naturalidad, y sobre todo por recalcarle la ausencia en la suya propia.

Luego de la presentación del envoltorio de tipo desinteresado de Laroche vemos su realidad, su carne: el accidente de auto (visualmente ejecutado con maestría por Jonze, tanto por la intensidad, el sonido y la vertical pérdida en un segundo) donde Laroche pierde sus dientes delanteros, su tío, su madre y a su esposa, que lo deja apenas al salir del quirófano. Lentamente la trama como el mundo de Laroche se van oscureciendo, con Orlean ya dentro, dejando aflorar bajo la cara de la tristeza, el anhelo por llegar a la “orquídea fantasma”, cayendo juntos al pozo, con invernaderos como sospechosas guaridas, y el uso de Internet como una lucrativa ventana hedonista.

La película

Implica un extenso contenido donde la punta del iceberg es la relación entre contrarios: Charlie y Donald, Orlean y Laroche; y la búsqueda, el proceso de creación/adaptación tanto de los autores (Kaufman-Orlean) como hasta de la verdadera dupla creadora del film, el director Spike Jonze y el guionista Kaufman. Los contrarios se descubren entre sí, bajo sus encuentros, pequeños fracasos, soledades y temores, ya sea con los hermanos gemelos jugando a investigadores privados desde New York a Florida, hasta sugerentes conversaciones telefónicas entre Susan y John hasta el alba. El espectador enfrenta estos los rostros abofeteados por la incomunicación: vemos a un entregado Charlie concurrir al seminario que cursa su hermano y encontrar algo valioso sobre el mostrador de un bar, llegando a tomar una copa junto el mismo temperamental seminarista, brillantemente interpretado por el actor Brian Cox. Pasan los minutos y las bofetadas son más enérgicas: en la escena del clímax, en el pantano con los hermanos acechados, susurrándose confidencias, biografías, jugando a las cartas con palabras, repartiendo la mejor mano, descubriendo sus continentes personales.

Se ha calificado a El ladrón de orquídeas como una comedia de humor negro, cínica, irónica y anti-narcisista. Demasiados adjetivos que parecen olvidar el precio que terminan pagando todos los personajes, sin excepción alguna. Al verlo en más de una ocasión, realmente parecería no haber otro mejor final para este film. Sería forzarlo, quizá hasta manipular con asco.

Actuaciones

No hay mucho más que agregar acerca de lo mencionado con anterioridad sobre del reparto y las actuaciones, salvo que pocas veces en los sensatos films donde actuó Meryl Streep se ha visto más dulcemente opacada.
En El ladrón de orquídeas varias historias son hilvanadas por un orden/destino, por algo como el concepto del Eterno Retorno, que teje sus redes de experiencia “como una araña bajo el resplandor de la luna y sobre el follaje de los árboles, como alguna vez señaló el creador y solidario al Übermensch, Federico Nietzsche. En este caso más concreto, el concepto se desarrolla entre huracanes, accidentes de automóviles, dientes de cocodrilo y con un destino circular. La simple oportunidad a enfrentar que requiere una pronta acción. Sucesión.

Mínimo apunte introductorio sobre la obra de Spike Jonze

Adam Spiegel (alias Spike Jonze) es sin duda un director "alternativo". Para profundizar sobre este adjetivo hace falta volver hacia la última década del siglo pasado, donde su visión plasmada en el formato de videoclip marcó tendencias y reveló imágenes de artistas como Beastie Boys, Sonic Youth, Dinosaur Jr., Weezer, Björk, entre otros, hacia todas las televisiones del mundo, bajo la cadena MTV. Jonze fue promotor y uno de los principales alquimistas en la dirección de videoclips. Asimismo, formó parte de un grupo de elite fundacional, donde se destacaron directores como David Fincher, Michel Gondry, Jonathan Dayton-Valerie Faris, Jonathan Glazer y Mark Romanek, hoy todos estos con largometrajes bajo el brazo, los primeros con más suerte que los últimos.

*Adjunto en esta reseña, a modo de ejemplo, el videoclip de la canción “Drop”, del grupo de rap The Pharcyde, pieza del gran mosaico de su obra.



Spike Jonze (1969). Otras películas: “¿Quieres ser John Malkovich?” (Largometraje – 1999), “The work of director Spike Jonze” (Videoclips – 2003).



1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesante, aca les dejo otra lectura de la pelicula Adaptation:
http://cinebug.wordpress.com/2010/10/13/adaptation-spike-jonze-ladron-de-orquideas/