lunes, 15 de junio de 2009

Requiem para un luchador, de Ralph Nelson (1962).





Hace unos meses se habló en demasía de la gran actuación de Mickey Rourke en el film The Wrestler, de Darren Aronofsky (Pi, Requiem por un sueño). Es un film con inolvidable actuación de Rourke, y dirigido con luces por sobre las sombras que entretejen la trama. Quizá no sea mala idea recordar el film "padre" de The Wrestler.

En 1962 se estrenó Requiem para un luchador. El film fue una adaptación de una exitosa serie televisiva de Rod Serling. La trama es muy similar y de aquí el mote de "Padre" en relación al film de Aronofsky. Anthony Quinn se lleva quintaescencias, loas y lo que venga, al interpretar al peso pesado "Mountain" Rivera. Rememora casi diez años atrás, cuando junto a Federico Fellini crearon La Strada y el personaje de Zampano, el macho dominante, quien cuando enfrentó la derrota, la llevó como Sísifo, mínimo. En Requiem no se aleja del concepto.

La trama sentencia: Rivera es un peso pesado que debe dejar el box, su vida, por recomendación (y prohibición de la Comisión) y porque puede quedar ciego si recibe uno o dos golpes más en sus ojos. Telón. La primera escena es tan conmovedora como la última. Es un nocaut: la cámara es los ojos de Rivera al recibir una paliza de nada más ni nada menos que Cassius Clay. El mismo, tiempo antes de cambiar su nombre por el de Muhammad Ali. Terrible es el comienzo, y a medida que pasa el tiempo dicha escena cobra valor, no como un simple vino, sino ya como la bodega entera.

Lo dicho: el experimentado boxer Rivera cae. En el vestuario el doctor dictamina: amenaza de desprendimiento de retina. Clarito. Y esa noche su carrera se va y no sólo al luchador. A su lado, sus dos compañeros de ruta de diecisiete años. La actuación de Quinn es imponente como su físico, pero tanto las actuaciones de su cut-man, de nombre "Army" (interpretado por Mickey Rooney), como su manager y consejero "Maish Renick" (Jackie Gleason) con su estampa de busca vidas, son tan imponentes como nocaut en primer round. Mountain es tosco y debe buscar de la noche a la mañana otra forma para vivir. Trabajo. Allí se encuentra con técnica de buen guión de Hollywood Grace (Julie Harris), la chica, la antítesis del rudo, quien le toma una entrevista laboral y, por sentido común, decide darle una mano al tosco púgil. Le consigue una entrevista para trabajar con niños. Intenta ayudarle, y con insistencia. Se da una relación. Pero su manager, Maish, está apretado por el corrupto mundo donde se maneja, debe plata y para aplacar sus deudas necesita a Rivera, quien con inocencia, lo admira. Al manager le ofrecen dinero para llevar al retirado púgil a la humillación. Que se disfrace de Indio para ganar unos dólares en la Lucha Libre.



El enorme acierto de este film es su atmósfera. La fotografía de evidente estilo cine noir conforma el esqueleto visual. El director, Ralph Nelson, bien supo lo que hacía. Desde el comienzo con la escena del joven Clay, la vida en oscuras pensiones del día a día de los tres compañeros de ruta, la relación entre el mísero manager y el compasivo cut-man, la prestancia para tomar en el lente la decadencia, patetismo y simpatía de Anthony Quinn sintiendo a cada paso la montaña que es interpretar un personaje como Rivera. Queda en la retina la bizarra cita del púgil con Grace en un bar de boxeadores (donde se sirven las cervezas en botellitas y no en vasos, ya que nunca entra una chica). En este film hasta hace una aparición el gran Jack Dempsey. Y la escena final es un gancho al hígado. Seamos buenos: en Nelson, como dice el presentador, "we have a winner".

El boxeo es un deporte. Es un martirio. Es una lucha dentro como fuera del ring. A cual más difícil. Y el boxeo le ha dado mucho al arte. A Hemingway le dió Fifty Grand, a Cortázar le dio Torito. Scorsese dijo mucho sobre él en Raging Bull. Requiem for a heavyweight bien puede ser el mejor film jamás realizado sobre lo que representa el boxeo. Méritos le sobran. Pega demasiado fuerte. Este film es boxeo. Este film es cine. Arte.


Reparto: Anthony Quinn, Jackie Gleason, Mickey Rooney, Julie Harris, Cassius Clay, Jack Dempsey.
Director: Ralph Nelson
Guión: Rod Serling

Columbia
95 minutos.




M.Dávalos.-





La inolvidable escena con Cassius Clay, el comienzo del film:






3 comentarios:

Sergio dijo...

Marcho a video imagen a ver si está. Abrazo!

Raúl Tapia dijo...

Esta es una de las cuatro o cinco cintas que marcaron profundamente mi forma de ver el cine. Un tremendo drama lleno de emoción y humanidad. Curioso resulta el aviso a principios de esta pagina donde se publicita el film. Se realza el nombre de Jackie Gleason aún sobre el título de la película. La verdad que Gleason, Rooney y Harris brillaron maravillosamente, pero quien se lleva el peso de esta, indudablemente es Antonhy Quinn. Altamente recomendable.

Anónimo dijo...

Esta película la pude ver hace casi 25 años, sin duda su calidad no tiene que ver con el tiempo. La transmisión de la condición humana en sus escenas es maravillosa, por la calidad del director. Recuerdo al margen del box, la escena de la agencia de empleos llena, la cola de desempleados, Anthony Queen, entre esperanzado e incrédulo, esperando una oportunidad, La película es también una pincelada sobre el desempleo en América, pero muy bien retratada. Debo tenerla en mi colección de Cine clásico, muy recomendable.