Tres años después de El
planeta de los simios: (r)evolución llega
una nueva entrega de la saga que comenzara en 1968 con El
planeta de los simios,
dirigida por Franklin J. Schaffner y basada en la novela homónima de
Pierre Boulle de 1963. Confrontación
es su título en las salas de Uruguay, aunque el original es El
amanecer del planeta de los simios (Dawn
of the Planet of the Apes).
Sobre
(r)evolución
(leer crítica),
entre otros conceptos sobre el rumbo histórico de la saga, tres años
atrás destaqué: Rise
of the Planet of the Apes,
según su nombre original y la determinación de la palabra "rise",
supone la presentación de César y su ascensión, rebelión y
también su evolución como líder. Asimismo, Rupert Wyatt logra su
propósito: desempolvar y refrescar la saga y tomar la base de la
historia para construir y bifurcar sus propios argumentos. Pero éste
no es su mayor triunfo, sino que en tiempos vertiginosos del cine
actual y comercial de Hollywood, repleto de efectos y tecnologías
con poco efecto trascendente, aplica con precisión los artificios y
pasa la prueba, además de contar con una historia bien narrada y que
va por más.
En un relato apocalíptico situado en el eje del tiempo entre el futuro, presente y pasado, las últimas dos películas de la saga se desarrollan en un tiempo actual, aunque tres años después del estreno de (r)evolución varias cosas han cambiado.
El nuevo film cuenta con un
prólogo: un montaje narra lo que ha ocurrido con la raza humana
desde el final de (r)evolución
hasta
lo que comenzará en
Confrontación.
Diez años. Amenaza de extinción, consecuencia de los estragos
causados por la “gripe de los simios” creada accidentalmente por
científicos (llegaba en los créditos finales del film previo, con
la imagen del piloto y la sangre en su nariz).
La
película Confrontación
es
circular: comienza y culmina con un close-up
en los ojos del simio César, héroe y eje de estas dos últimas
películas. En (r)evolución
se desarrolló su rasgo de líder de los simios libertos junto con
una precisa narración de su infancia y adolescencia. En
Confrontación
llega su consolidación como líder, y también como adulto y padre
de familia en el bosque Muir de San Francisco, ciudad que se mantiene
como escenario.
Con
ambos bandos definidos, y en evidente desigualdad de condiciones, un
grupo de especialistas se encuentra en el bosque con los primates,
amos del hábitat. Malcolm (Jason Clarke) llega con el propósito de
hacer funcionar una presa hidroeléctrica que devuelva energía a su
gente, sobrevivientes recluidos en un gueto al otro lado del Golden
Gate, a kilómetros del bosque. César vuelve a interactuar cara a
cara con humanos, tras su experiencia junto a Will y Charles en el
film anterior. Interpretado nuevamente por el actor Andy Serkis, la
labor es admirable. El encuentro provocará un conflicto macro que se
bifurca: de un lado simios y humanos, y del otro una revisión de la
evolución de los simios como especie con la determinante presencia
de Koba (Tobby Kebbell), aquel que fuera brutalmente torturado por
científicos en sus experimentos. Mientras César es el sensato líder
respetado por los suyos, la desviación en el comportamiento de Koba
es una
representación extrema de la rebelión de su especie ante otra que
ha causado la catástrofe total.
Luego de (r)evolución
y las cicatrices en su piel no se le puede culpar por su actitud
hacia los humanos, aunque sí por una postura de carácter abusivo
hacia los de su especie. Asimismo, el
nombre Koba recuerda al nombre de guerra del ruso Iósif
Vissariónovich Dzhugashvili, más conocido por otro de sus
seudónimos: Stalin. Pero el
conflicto racional y de poder entre jerarquías en esta película
evoca más a la tragedia Julio
César
de William Shakespeare que a la estalinización de la vieja Unión
Soviética o al culto a la personalidad de un jefe. La discusión
radica en la expansión de una amenaza hacia el orden público
propuesto por el líder escogido.
Me parecen acertadas las palabras del director Reeves sobre
Confrontación:
“Es una película donde no hay villanos”.
La
comunidad de los simios es el eje del film, en el que los humanos
quedan en un segundo plano, sea el grupo de Malcolm en el bosque o
los liderados por el exmilitar Dreyfus (Gary Oldman) en el gueto.
Este protagonismo es respeto por la narración, más allá que en
este elenco no se destaque ningún actor “humano” como lo hiciera
John Lithgow en (r)evolución.
Una elección de los realizadores que por fortuna se mantiene en esta
historia, un contraste que se distingue si se tiene en cuenta lo que
le ocurrirá al astronauta George Taylor (en la película de 1968).
Matt Reeves tomó la cámara
luego del exitoso paso de Rupert Wyatt en la dirección. Sus
antecedentes más próximos a tener en cuenta son las películas
Cloverfield (2008),
en la que sorprendió a Hollywood por su singular narración “cámara
en mano” sobre el paso de un monstruo en la ciudad, y luego en 2010
por su versión estadounidense del film sueco Déjame
entrar (Tomas
Alfredson, 2008).
Frente a un millonario
presupuesto volcado a espectaculares efectos digitales (CGI), lo que
prevalece en la película es la continuidad en el proyecto de los
guionistas de (r)evolución:
Rick Jaffa y Amanda Silver, encargados de haber reflotado la saga con
una nueva historia de varios contrastes y aristas que sigue en
desarrollo (diferentes comunidades, intercambio de roles, desarrollo
de personajes, tratamiento del poder, ecosistema, ausencia de las
tecnologías). Dentro de lo visual, se destacan los matices de San
Francisco: el verde en el lluvioso bosque Muir, el desolado Golden
Gate, la herrumbre en el gueto de los humanos. Notables labores de
Michael Seresin en la fotografía y de James Chinlund en el diseño
de producción. La música de Michael Giacchino es gradual, respeta
los tiempos en la narración y se luce en la batalla final, entre
tantas explosiones y un dedicado trabajo de coreografía.
Para destacar: la
deslumbrante escena de presentación de los simios durante una
cacería en el bosque (mucho más que la gran batalla entre simios y
humanos con rifles, ésta menos impactante que la del Golden Gate del
film anterior); la escena en la que Koba embauca a dos guerrilleros
idiotas; Koba mirando la anárquica multitud parado sobre una
destruida bandera de Estados Unidos; los diálogos entre Koba y
César, acompañados por las expresiones que logran los actores; el
maestro Maurice aprendiendo a leer con el cómic Black
Hole (Charles Burns,
2005), una historia de varios paralelismos con esta; los simios
trepando de árbol en árbol entre los rayos del sol; los simios
debatiendo opiniones en la calma noche entre antorchas encendidas;
los simios marchando a caballo de día, y cabalgando y disparando
rifles por la noche.
El círculo se cierra y su
fin crea un nuevo círculo. El close-up
en los ojos de César despierta una pregunta: ¿por qué soy un
destino?
Dirección: Matt Reeves. Guion: Amanda Silver, Rick Jaffa y Mark Bomback. Fotografía: Michael Seresin. Música. Michael Giacchino. Montaje: Stan Salfas, William Hoy. Diseño de producción: James Chinlund. Elenco: Andy Serkis, Jason Clarke, Gary Oldman, Tobby Kebbell, Keri Russell. 130 minutos. 2014.