lunes, 27 de enero de 2014

Escándalo americano, de David O. Russell




"Algo de esto realmente ocurrió", es lo primero que David O. Russell cuenta al espectador en su comedia basada en el caso ABSCAM: operación liderada por el FBI hacia finales de la década de los años setenta dedicada a atrapar políticos (congresistas, un alcalde, entre otros) que aceptaron sobornos en inversiones extranjeras en los casinos de Atlantic City. En el film la investigación incluye escuchas telefónicas, cámaras ocultas, jeques truchos, la mafia de Miami, estafadores de arte y hasta un ama de casa desesperada.

Russell prefiere abarcar la extraordinaria historia en donde se siente más cómodo desde Secretos íntimos (1994). Historias mínimas, como asimismo lo hizo con mayor éxito en The Fighter (2010) y en El lado luminoso de la vida (2012). Para ello suele escribir y reescribir guiones en la búsqueda de pintorescos personajes para la composición de su elenco. Las partes por el todo.

Irving Rosenfeld es un buscavidas, un vendedor devenido en estafador; lo interpreta Christian Bale bastante pasado de kilos y con un patético peluquín (otra gran transformación física del actor en un film del director tras The Fighter). En la primera escena de la película Russell se toma su tiempo en la rutinaria preparación del disfraz del personaje, que trabaja con cuidado frente al espejo pegando pelo donde le falta en su cabeza y luego terminar la tarea con spray. Estamos a finales de los años setenta en Nueva York, en la era "disco" en la que se solía reparar demasiado en las apariencias, las joyas y los lentes de sol estilo aviador.

En una fiesta Rosenfeld conocerá a Sydney Prosser (Amy Adams, quien asimismo fue parte del elenco de The Fighter), una stripper en busca de una nueva oportunidad. Ambos comparten el gusto por la música de Duke Ellington, especialmente por su "Jeep's Blues". Un gusto en común que da comienzo a una historia mínima, de amor y de estafa. Sydney se convierte en amante y socia de Rosenfeld en su negocio basado en la venta de cuadros falsificados. Fingirá en su acento y en su origen británico como Lady Edith Greensly para su nuevo trabajo. Pero no todo es artificio en Sydney, gracias a la mirada de Adams con sus persuasivos ojos azules.

Rosalyn es la esposa de Rosenfeld: ama de casa histérica, encerrada en su casa, egoísta e insegura, a cargo de un niño y siempre al borde de un ataque de nervios. Interpretada con luces por Jennifer Lawrence, que vuelve a unirse a Russell tras El lado luminoso de la vida y a sus 23 años vuelve a dejar en evidencia su calidad y versatilidad como actriz.

Si Rosenfeld requería de minutos ante el espejo para trabajar en su apariencia, qué decir del agente del FBI, Richie DiMaso, interpretado por Bradley Cooper (quien compartió tareas con Russell y Lawrence en El lado luminoso de la vida). Usa ruleros en su casa, sueña con ser un galán italiano pronto para dar el gran salto en su profesión mientras vive junto con su madre y su prometida. Otro soñador.

Con la presentación de DiMaso los caminos convergen y Rosenfeld y Sydney son atrapados en sus fraudes. El agente les ofrece una salida: ayudarlo en la operación ABSCAM. Lo que por otra parte es para los buscavidas la oportunidad de ser protagonistas de un gran golpe.

Todos estos personajes comparten las características del engaño y el escape, sea en sus comportamientos y sus relaciones o en menor medida en sus apariencias: peinados, vestimenta, maquillaje. Si no reparar en el excéntrico peinado del alcalde de Nueva Jersey, Carmine Polito (Jeremy Renner), objetivo primario de la operación. Excesos de años posteriores a farsas políticas como Vietnam o Watergate en Estados Unidos; una época recargada que Russell decide exponer sin jamás dejar de lado cierto estado de ánimo festivo y hasta inocente (por ejemplo su abordaje en modo de parodia a la mafia de los casinos, con un cameo de Robert De Niro como el mafioso Tellegio).

Dentro de lo mejor de Escándalo americano está su recreación de época, total desde la presentación inicial del logo de Columbia Pictures. Una labor liderada por la dirección de Russell y la fotografía de Linus Sandgren, apoyados en el vestuario de Michael Wilkinson y en la banda sonora a cargo de Susan Jacobs (que cuenta, entre otros, con America, "A Horse With No Name"; Elton John, "Goodbye Yellow Brick Road"; Donna Summer, "I Feel Love"; Wings, "Live And Let Die"). Desde la dirección Russell recurre a directores neoyorquinos influyentes en los años setenta: Martin Scorsese (desde el recurso de la voz en off y los "barridos" hasta el uso del ralenti) y John Cassavettes (en los comportamientos y conflictos de los actores dentro de la trama y ante el guion, y en cierta característica compartida como "director de actores"). Asimismo, la nueva película de Russell puede recordar en su dirección el trabajo realizado por Ben Affleck en Argo (2012), desde su esmerada recreación a fines de la década de los años setenta hasta la gran farsa que como base presentan ambas tramas (el guion original de Singer para la película de Russell se tituló "American Bullshit").

En esta sátira, Russell vuelve a dejar en claro que de momento no le interesa en demasía dejar a sus personajes tullidos y abandonados o rendirlos a burdas redenciones, sino que los presenta sin esconder sus imperfecciones y con un aura adrede de superficialidad para darles una evolución positiva conocida en las mejores comedias de Hollywood desde la tercera década del siglo XX. El acierto radica en tener en manos una buena historia para contar y de allí en adelante entretener sin trampas ni subestimar al espectador. Russell suele hacerlo simple.




Título original: American Hustle. Dirección: David O. Russell. Guion: Eric Warren Singer y David O. Russell. Fotografía: Linus Sandgren. Vestuario: Michael Wilkinson. Música: Danny Elfman. Elenco: Christian Bale, Amy Adams, Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Jeremy Renner, Louis C.K., Michael Peña, Robert De Niro, Alessandro Nivola. 138 minutos. 2013.


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