martes, 5 de febrero de 2013

El lado luminoso de la vida, de David O. Russell




Algunos conceptos sobre David O. Russell como director ya los expuse en 2010, en mi crítica de El luchador. En resumen: ha logrado narrar historias simples sin fisuras (Tentados por el desastre, 1996; Tres reyes, 1999) y sin grandes pretensiones maniqueístas e intelectuales, las que se ha atrevido a parodiar y llevar hasta el ridículo en la comedia Extrañas coincidencias (2004). Escoge y escribe buenos guiones, y luego continúa el plan con su cámara. Sabe bien cómo retratar historias mínimas, ubicadas en ocasiones en suburbios, y hacer de sus personajes seres creíbles en buena medida gracias a una correcta elección del elenco. Un director que sabe hacer películas sobrias y honestas.

En El lado luminoso de la vida (Silver Linings Playbook) Russell adapta su guión, basado en la novela homónima de Matthew Quick. Una historia protagonizada por Pat Solitano (interpretado por Bradley Cooper, en su único papel respetable hasta la fecha), quien abandona una clínica neuropsiquiátrica luego de una internación de ocho meses por haberle dado una dura paliza al amante de su mujer. Sufre un trastorno bipolar. Al regresar a su casa en Filadelfia se reencuentra con sus padres, Pat Sr. (Robert De Niro) y Dolores (Jacki Weaver), y se propone recuperar el tiempo perdido. Sale a correr por las calles del barrio, a ver a amigos y vecinos. Todo en busca de su mujer.

Su condición mental le juega malas pasadas: lee de un tirón la novela Adiós a las armas de Ernest Hemingway y se enfurece por su final; lo trauma la canción “My Cherie Amour”, de Stevie Wonder, que le recuerda su pasado amoroso y lo lleva a destrozar su habitación en medio de la madrugada. Es claro: hay desajustes en el regreso a casa de Pat, y ahí aparecen sus padres, o, mejor dicho, intensas actuaciones: su madre (Weaver, nuevamente en un rol maternal como en Reino Animal) y la gran sorpresa de la película: el regreso de Robert De Niro, quien hacía años no demostraba ni un ápice de lo que supo ser en un pasado. Su papel como fanático de los Filadelfia Eagles, y aún más de las cábalas y apuestas, demuestra calidad y calidez, y asimismo recuerda al que realizara en El fanático, de Tony Scott (1996).


El único lado de la vida para Pat es volver atrás, encontrar a su mujer. Un mundo íntimo y disfuncional. En esta regresión se presenta el leitmotiv del guión: el hoy como conflicto entre el ayer y el mañana, con las sorpresas y el destino inesperado. Se presenta a Tiffany, interpretada por Jennifer Lawrence (Lazos de sangre, 2010; Los juegos del hambre, 2012): una joven viuda con sus problemas y un pasado turbulento a cuestas. La relación no comienza de la mejor manera: entre mentiras piadosas e intensas discusiones, forman un pacto que cuenta con la importancia de un concurso de baile y de una carta. La frágil brecha entre lo funcional y disfuncional que propone esta relación, junto con sus conflictos internos y externos, puede recordar, por momentos, a Una mujer bajo la influencia, de John Cassavetes (1974). En la película de Russell, la química entre los personajes es fresca, sobria y alejada de dilemas morales simplistas. Así se desarrollan las escenas y los encuentros entre los miembros de una comunidad para subrayar este ensamble entre el drama y la comedia.

El lado luminoso de la vida cuenta con un guión pulido por buenos diálogos, una atractiva banda sonora (a cargo de Danny Elfman) y un director que vuelve a demostrar su calidad en la elección de un buen elenco y en obtener lo mejor de sus actores Cooper, Lawrence, Weaver y el que más celebro: Robert De Niro.




 
Dirección y guión: David O. Russell. Fotografía: Masanobu Takayanagi. Música: Danny Elfman. Elenco: Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Robert De Niro, Jacki Weaver, Chris Tucker. Duración: 122 minutos. 2012.

Trailer

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