jueves, 14 de febrero de 2013

Lincoln, de Steven Spielberg


Spielberg abarca su retrato de Abraham Lincoln no con una extensa biopic que narra cronológicamente su vida desde su nacimiento en la campiña de Kentucky el 12 de febrero de 1809, pasando por su afición por el boxeo, la lucha libre y los cuentos de Edgar Allan Poe, sus años como joven abogado, su camino a la Casa Blanca para ser el primer presidente Republicano electo de Estados Unidos hasta el viernes santo del 15 de abril de 1865, cuando fuera baleado en el teatro Ford de Washington y se convirtiera en el primer caso de magnicidio en su país.

En cambio, el director sitúa al hombre durante los meses que cambiaron la historia de Estados Unidos, en el ocaso de la Guerra Civil a comienzos de 1865, y que lo convertirían en el presidente que provocó la abolición de la esclavitud en su país con la aprobación de la 13° enmienda de la Constitución. Al no ir por un relato épico, Spielberg decide narrar las negociaciones puertas adentro: la búsqueda de votos de congresistas con presiones, triunfos y fracasos por doquier dentro y fuera de la Cámara, y el anhelo personal de un hombre por detener una sangrienta guerra civil que tuvo al país partido en dos.

Lincoln es una película política, intimista, de interiores, con una impecable puesta en escena que afirma su recreación de época, características que la emparentan con Amistad (1997), otro retrato de la esclavitud según Spielberg. Asimismo, propone un examen sobre el hombre en las puertas del mito, que se complementa con El joven Lincoln, de John Ford (1939). Mientras el Lincoln fordiano asienta desde la ética y bajo el tormento de un primer amor al joven abogado y al proyecto de político, el de Spielberg es un hombre cansado pero aún no derrotado. Para exponerlo, psíquica y físicamente, la cámara decide no rodearlo con un misterioso halo, sino con primeros planos y planos medios cortos que cumplen su propósito mediante la pulcra fotografía, entre luces y sombras, de Janusz Kaminski.


Fruto de esta elección, hay resultados a la vista. Primero, el guión de Tony Kushner -basado en parte en el libro Team of rivals: The political genius of Abraham Lincoln, de Doris Kearns Goodwin- amplía el metraje de la película: su afán por captar al Lincoln líder en la oratoria y retórica se extiende y se repite en el recurso y el efecto de carácter pedagógico, lo que evidencia la música de John Williams. Segundo, un elenco compacto con el liderazgo de la estoica actuación de Daniel Day-Lewis, acompañado por Tommy Lee Jones como el radical Republicano Thaddeus Stevens, Jared Harris como el General en Jefe del ejército de la Unión, Ulysses Grant, y James Spader en el rol del decadente periodista y lobbista William Bilbo en papeles destacados; no así Sally Field, quien hastía con su sobreactuación como Mary Todd, esposa del presidente, entre sus migrañas y su depresión.

Las escenas de exteriores del film afirman su carácter intimista: la escena inicial de una batalla muestra el combate cuerpo a cuerpo entre soldados en una ciénaga sin glorificación bélica, con la importancia de los negros dejando sus vidas en la Guerra Civil; la escena del recorrido de Lincoln por el campo luego de la batalla de Petersburg ante los caídos, es de efecto crudo y conciso.


Se ha vinculado en ocasiones a Spielberg con su admirado Frank Capra por el espíritu humanista de sus películas, lo que en Lincoln es patente. Como dijo alguna vez el mismo Capra, tras el estreno de ¡Qué bello es vivir! (1946): "Es responsabilidad del cine destacar las cualidades positivas de la humanidad a través del triunfo de una persona ante la adversidad". En Lincoln, más que su técnica cinematográfica, el actor británico Daniel Day-Lewis cumple a la perfección el propósito del director: la humanización del mito que trasciende a una película.



Dirección: Steven Spielberg. Guión: Tony Kushner. Fotografía: Janusz Kaminski. Música: John Williams. Vestuario: Joanna Johnston. Elenco: Daniel Day-Lewis, Tommy Lee Jones, Sally Field, James Spader, David Strathairn, Jared Harris, Joseph Gordon-Lewitt. Duración: 150 minutos. 2012.

Trailer:

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