martes, 29 de enero de 2013

La noche más oscura (Zero Dark Thirty), de Kathryn Bigelow



Bigelow realiza su mejor película hasta la fecha, que puede ser comprendida como un díptico junto a Vivir al límite (2008), la que le valiera con justicia el premio Oscar como Mejor Directora. Dos thrillers post 11 de setiembre que reflejan con acierto cinematográfico el síntoma de paranoia estadounidense, traducido en la (in)acción operativa tras sus objetivos. Una guerra aún sin final.

La película relata una obsesión que se centra en Maya (Jessica Chastain). Una agente de la CIA que por un lado actúa como núcleo de la historia, al liderar la búsqueda de su objetivo; y por otro lado actúa como un fantasma: una mujer cautiva en un escenario mayoritariamente ocupado por hombres, ya sean marines, diplomáticos o terroristas prisioneros. Su objetivo es la imagen que alimenta su obsesión: Osama bin Laden, líder de Al Qaeda e ideólogo de los ataque terroristas a las Torres Gemelas de Nueva York y al Pentágono el 11 de setiembre de 2001.

Maya, a cuya vida privada no se hace referencia más allá de su tarea, es claramente analítica. Los conflictos y reveses de una organización con evidentes fallas logísticas como burocráticas no la aplacan, sino que por el contrario generan una energía que la motiva y compromete. Un compromiso que le lleva horas, días, meses y años frente a fotografías de rostros de terroristas, escuchas telefónicas -que recuerdan a la serie de televisión The Wire (David Simon, 2002-2008)- y videos de torturas, en las que asimismo participa.

La noche más oscura (Zero Dark Thirty) comienza con la pantalla negra. Voces, silencios y gritos se suceden el día del atentado en 2001. Dos años después se presenta a la protagonista y el modus operandi de la CIA para obtener información: la tortura a prisioneros. Tanto Bigelow como el guionista Mark Boal -que repiten su colaboración luego de Vivir al límite- no plantean un dilema ético de la táctica de intimidación, sino que solo la exponen en la práctica. Sobre este punto, en Estados Unidos se ha atacado a Bigelow por la condición de "apología de la tortura" de su película, estrategia que no habría llevado realmente a atrapar a Bin Laden. Asimismo, ha sido criticada por no tener en cuenta testimonios oficiales de funcionarios vinculados a las administraciones de Bush y Obama a lo largo de la última década. El peso de la historia oficial. Otros van aún más allá, como la activista política Naomi Wolf, que la califica de "servidora de la tortura" y hasta la compara con la cineasta alemana Leni Riefenstahl, lo que es un desacierto: Leni escondió el terror con su cámara, mientras Bigelow aquí lo expone. Por su parte, directora como guionista han manifestado que recurrieron a anónimas fuentes internas de la CIA, testigos de los detalles de la cacería a Bin Laden. Estas fuentes no reveladas son vinculadas por otras voces con las tácticas de tortura lideradas por el triángulo Bush-Cheney-Rumsfeld entre 2001 y 2006, aprobadas por la CIA, a las que habrían tenido acceso. Voces y más voces. "Si estás en lo cierto, todo el mundo querrá participar. Mantente firme", alguien le dice a Maya en un momento de la película.


En poco más de dos horas y media de duración, el film se divide en dos partes independientes pero que se retroalimentan: la obsesión personal de Maya con Bin Laden, que incluye un derrotero estadounidense comenzado en el gobierno de George W. Bush y continuado por Barack Obama junto a sus países aliados, hasta el clímax, el raid final de la caza al terrorista.

Una característica saliente de Bigelow como directora destaca el análisis de la causa y el efecto de la adrenalina y cierta alienación que provoca en sus personajes. Hay una evolución desde sus primeros pasos que incluyen el fresco western de terror Los viajeros de la noche (1987), a Bodhi surfeando las olas en Punto Límite (1991), hasta la calidad que refleja el momento actual de su carrera. Hay escenas tanto en Vivir al límite como en La noche más oscura que recuerdan al Alfred Hitchcock de Psicosis (1960) en la tensión generada mediante la metódica composición de planos y encuadres. El ejemplo consagratorio en Bigelow es en el clímax de La noche más oscura, con la llegada y entrada de los marines a la casa-fortaleza en Abbottabad (Pakistán), donde fue hallado y ejecutado Osama bin Laden el 2 de mayo de 2011. El timing escogido por la directora -como en ocasiones lo ha hecho Hitchcock- no es in crescendo, sino que la tensión impacta desde el inicio, con el vuelo rasante de los helicópteros entre las montañas para evitar la detección en la frontera entre Afganistán y Pakistán. Una vez dentro de la fortaleza, el uso de la cámara en tiempo real, especialmente con planos subjetivos de los marines con visión especial, mantiene la tensión -método del que varios directores del cine de terror y suspenso de hoy en día deberían tomar apuntes- por lo que ocurre en el práctico y violento raid, y logra, a modo de contraste, retratar la profunda oscuridad en los interiores del recinto puerta por puerta.


Por otra parte, el film no solo es notable por el uso de cámara y la velocidad de los climas que logra Bigelow, junto al apoyo de la fotografía de Greig Fraser, en el raid o en la tensión que provocan las persecuciones en las calles de Pakistán o un atentado terrorista en Londres. El guión de Mark Boal es fundamental para la construcción de Maya, con el acierto de proyectar una trama basada en un derrotero nacional y una soporífera investigación y obsesión personal -la que por su estilo narrativo recuerda al guión de James Vanderbilt en Zodíaco (David Fincher, 2007)- sin recurrir a la necesidad de actuaciones de terceros para arropar al personaje central, llevado con mesura por Jessica Chastain (El árbol de la vida; Historias cruzadas).

En La noche más oscura, Bigelow no glorifica un triunfo patriótico tras la caza al enemigo número uno de su país: prefiere sintetizar la obsesión de Maya con su soledad en un avión militar, al sustraerle una posible condición incuestionable de heroína con un simple plano medio corto íntimo y liberador de un gran vacío.

Dirección: Kathryn Bigelow. Guión: Mark Boal. Fotografía: Greig Fraser. Música: Alexandre Desplat. Montaje: William Goldenberg y Dylan Tichenor. Elenco: Jessica Chastain, Jason Clarke, Joel Edgerton, Jennifer Ehle, Kyle Chandler, James Gandolfini. Duración: 157 minutos. 2012.

Trailer:

 





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