
"Algo de esto realmente ocurrió", es lo primero que David O. Russell cuenta al espectador en su comedia basada en el caso ABSCAM: operación liderada por el FBI hacia finales de la década de los años setenta dedicada a atrapar políticos (congresistas, un alcalde, entre otros) que aceptaron sobornos en inversiones extranjeras en los casinos de Atlantic City. En el film la investigación incluye escuchas telefónicas, cámaras ocultas, jeques truchos, la mafia de Miami, estafadores de arte y hasta un ama de casa desesperada.
Russell prefiere abarcar la
extraordinaria historia en donde se siente más cómodo desde
Secretos íntimos
(1994). Historias
mínimas, como asimismo lo hizo con mayor éxito en The Fighter
(2010) y en El lado luminoso de la vida
(2012). Para ello suele escribir y reescribir guiones en la búsqueda
de pintorescos personajes para la composición de su elenco. Las
partes por el todo.
Irving Rosenfeld es un
buscavidas, un vendedor devenido en estafador; lo interpreta
Christian Bale bastante pasado de kilos y con un patético peluquín
(otra gran transformación física del actor en un film del director
tras The Fighter).
En la primera escena de la película Russell se toma su tiempo en la
rutinaria preparación del disfraz del personaje, que trabaja con
cuidado frente al espejo pegando pelo donde le falta en su cabeza y
luego terminar la tarea con spray. Estamos a finales de los años
setenta en Nueva York, en la era "disco" en la que se solía
reparar demasiado en las apariencias, las joyas y los lentes de sol
estilo aviador.
En una fiesta Rosenfeld
conocerá a Sydney Prosser (Amy Adams, quien asimismo fue parte del
elenco de The
Fighter), una
stripper en busca de una nueva oportunidad. Ambos comparten el gusto
por la música de Duke Ellington, especialmente por su "Jeep's
Blues". Un gusto en común que da comienzo a una historia
mínima, de amor y de estafa. Sydney se convierte en amante y socia
de Rosenfeld en su negocio basado en la venta de cuadros
falsificados. Fingirá en su acento y en su origen británico como
Lady Edith Greensly para su nuevo trabajo. Pero no todo es artificio
en Sydney, gracias a la mirada de Adams con sus persuasivos ojos
azules.
Rosalyn es la esposa de
Rosenfeld: ama de casa histérica, encerrada en su casa, egoísta e
insegura, a cargo de un niño y siempre al borde de un ataque de
nervios. Interpretada con luces por Jennifer Lawrence, que vuelve a
unirse a Russell tras El
lado luminoso de la vida
y a sus 23 años vuelve a dejar en evidencia su calidad y
versatilidad como actriz.
Si Rosenfeld requería de
minutos ante el espejo para trabajar en su apariencia, qué decir del
agente del FBI, Richie DiMaso, interpretado por Bradley Cooper (quien
compartió tareas con Russell y Lawrence en El
lado luminoso de la vida).
Usa ruleros en su casa, sueña con ser un galán italiano pronto para
dar el gran salto en su profesión mientras vive junto con su madre y
su prometida. Otro soñador.
Con la presentación de
DiMaso los caminos convergen y Rosenfeld y Sydney son atrapados en
sus fraudes. El agente les ofrece una salida: ayudarlo en la
operación ABSCAM. Lo que por otra parte es para los buscavidas la
oportunidad de ser protagonistas de un gran golpe.
Todos estos personajes
comparten las características del engaño y el escape, sea en sus
comportamientos y sus relaciones o en menor medida en sus
apariencias: peinados, vestimenta, maquillaje. Si no reparar en el
excéntrico peinado del alcalde de Nueva Jersey, Carmine Polito
(Jeremy Renner), objetivo primario de la operación. Excesos de años
posteriores a farsas políticas como Vietnam o Watergate en Estados
Unidos; una época recargada que Russell decide exponer sin jamás
dejar de lado cierto estado de ánimo festivo y hasta inocente (por
ejemplo su abordaje en modo de parodia a la mafia de los casinos, con
un cameo de Robert De Niro como el mafioso Tellegio).
Dentro de lo mejor de
Escándalo americano
está su recreación de época, total desde la presentación inicial
del logo de Columbia Pictures. Una labor liderada por la dirección
de Russell y la fotografía de Linus Sandgren, apoyados en el
vestuario de Michael Wilkinson y en la banda sonora a cargo de Susan
Jacobs (que cuenta, entre otros, con America, "A Horse With No
Name"; Elton John, "Goodbye Yellow Brick Road"; Donna
Summer, "I Feel Love"; Wings, "Live And Let Die").
Desde la dirección Russell recurre a directores neoyorquinos
influyentes en los años setenta: Martin Scorsese (desde el recurso
de la voz en off y los "barridos" hasta el uso del ralenti)
y John Cassavettes (en los comportamientos y conflictos de los
actores dentro de la trama y ante el guion, y en cierta
característica compartida como "director de actores").
Asimismo, la nueva película de Russell puede recordar en su
dirección el trabajo realizado por Ben Affleck en Argo
(2012), desde su esmerada recreación a fines de la década de los
años setenta hasta la gran farsa que como base presentan ambas
tramas (el guion original de Singer para la película de Russell se
tituló "American Bullshit").
En esta sátira, Russell
vuelve a dejar en claro que de momento no le interesa en demasía
dejar a sus personajes tullidos y abandonados o rendirlos a burdas
redenciones, sino que los presenta sin esconder sus imperfecciones y
con un aura adrede de superficialidad para darles una evolución
positiva
conocida en las mejores comedias de Hollywood desde la tercera década
del siglo XX. El acierto radica en tener en manos una buena historia
para contar y de allí en adelante entretener sin trampas ni
subestimar al espectador. Russell suele hacerlo simple.
Título
original: American Hustle. Dirección: David O. Russell. Guion: Eric
Warren Singer y David O. Russell. Fotografía: Linus Sandgren.
Vestuario: Michael Wilkinson. Música: Danny Elfman. Elenco:
Christian Bale, Amy Adams, Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Jeremy
Renner, Louis C.K., Michael Peña, Robert De Niro, Alessandro Nivola.
138 minutos. 2013.