viernes, 15 de marzo de 2013

Hitchcock, de Sacha Gervasi



El mayor pecado que comete Sacha Gervasi en su biopic sobre el director inglés Alfred Hitchcock, ubicada durante la pre-producción y el rodaje de su película más taquillera, Psicosis (1960), es simple: se queda con las anécdotas más comunes, acumula clichés, y no logra un examen o aproximación siquiera al hombre más allá de una inocente periferia. Para peor, en el intento de hacer humano a su fantasma, presenta a su vez a otro: el del célebre asesino serial de Wisconsin, Ed Gein, quien por sus macabros asesinatos fuera caso de inspiración para el regreso del director a filmar en blanco y negro, luego de la exitosa y en color Intriga internacional (1959).

Quizá Gervasi no creyó necesario para su investigación, o al menos para un certero acercamiento más allá del mito, recurrir a algunos libros imprescindibles sobre la figura del británico: El cine según Hitchcock (recopilación de entrevistas y diálogos del director con François Truffaut, de 1966) y El cine de Hitchcock, del crítico Robin Wood (1965). Por solo nombrar dos libros esenciales para una digna aproximación al artista y al hombre. Prefirió limitarse con un pobre guión de John McLaughlin basado en el libro Alfred Hitchcock and the making of Psycho, de Stephen Rebello. Pero Gervasi tiene un solo fin: decorar el mito. Allí se cree seguro.

Dentro de las torpezas que espero olvidar pronto, padecí el tratamiento que Gervasi dio a “Hitch” en su condición de voyeur: cuando en un par de ocasiones husmea desde la ventana de su oficina, Gervasi repite un guiño chicanero con su cámara a la película La ventana indiscreta (1954); y los paseos del director por los estudios de la Paramount, desviando su atención hacia cualquier rubia que se le cruza. Asimismo, es para el olvido la pésima actuación de Scarlett Johansson (en el rol de Janet Leigh) en la recreación de la célebre escena del escape en auto de Marion Crane.

Hay más errores groseros: con su cámara, y especialmente con el guión de McLaughlin, Gervasi se confunde al dirigir a un gran actor como Anthony Hopkins, quien parece estar forzado a representar a un ícono por todos los atajos que se le plantean. Además, el maquillaje sobre su rostro, por parte de Howard Berger, es atroz. 


Pero la pesadilla continúa. Otra capa de la cebolla: el rodaje de Psicosis. Aquí una ironía, dentro del aura de “Hitchcock para principiantes” que plantea Gervasi al espectador: la escena en la que se describe, con pobre economía, el montaje final en el que fue clave su esposa, Alma Reville, sumado a una burda y fugaz caricatura del compositor Bernard Herrmann. Uno de los montajes más notables de una película de suspenso y terror se enfrenta con el de una película para el olvido, que confunde comedia y drama, y dentro del error general se atreve a agregar chispazos de suspenso. Gervasi intenta manejar un argumento y un esbozo de la figura de Hitchcock bajo el reto de exponer una película dentro de otra, sin obtener finalmente ninguna.

Hitchcock es lo más cercano a un museo de cera berreta en el que lo único para destacar es, por momentos, la actuación de Helen Mirren como Alma Reville, compañera de vida del director, junto con puntuales conflictos de un autor por un lado consagrado por Hollywood, y por otro no reconocido como artista por esta industria durante aquellos años, que hasta se dio el extraño lujo de rodearlo con sus chacales de turno, siempre ávidos de oportunismo.

El resto que descanse en paz.


Dirección: Sacha Gervasi. Guión: John McLaughlin. Fotografía: Jeff Cronenweth. Música. Danny Elfman. Elenco: Anthony Hopkins, Helen Mirren, Scarlett Johansson, Toni Colette, Jessica Biel. 98 minutos. 2012.






Tráiler:


1 comentario:

carnet manipulador de alimentos dijo...

Una buena historia, bien contada, con un Hitchcock amable que muestra ante la pantalla todas sus neuras y debilidades de la mano de Alma, su comprensiva esposa. Buenas interpretaciones para una película que hace pasar un buen rato. Un saludo!