martes, 1 de febrero de 2011

"The Black Swan", de Darren Aronofsky (2010).



El film expone una desintegración. Con excesos, Aronofsky trabaja nuevamente el desarrollo del personaje -como lo hizo en The Wrestler, con un Mickey Rourke destacado- utilizando ciertos juegos y modismos que le conocimos en aquel debut auspicioso en Cannes por los años noventa, con su obra en blanco y negro Pi.

Black Swan va del blanco al negro. La trama ubica a la bailarina Nina Sayers en su afán de representar al Cisne en la célebre obra El lago de los Cisnes. La actriz Natalie Portman la interpreta, en su papel más destacado hasta el momento, superando su recordado rol de niña en El Perfecto Asesino, de Luc Besson.

Portman atrae con su labor protagónica del personaje atormentado en la carne, en el martirio. Frágil por fuera, hirviente in crescendo por dentro. New York y su Subway la acompañan junto al abúlico profesor Thomas Leroy (con un Vincent Cassel de labor apagada) y un alter-ego palpable, y por momentos lúcido, interpretado por Mila Kunis (That 70’s Show). Allí se constituye un triángulo que más allá de sugerir no culmina en su aporte a la trama, especialmente por Thomas, quien le aconseja a Nina que se suelte, que se toque para así llegar a su “liberación”. Y poco más. El personaje de Beth MacIntyre (Winona Ryder) no llena el ojo como la veterana bailarina rechazada por Thomas. No se justifica su presencia.

Psicología, flagelo y tormenta expone la lente de Aronofsky para su justificación desde el personaje principal. El film por momentos deambula bajo la bandera a media asta de lo abstracto, la que en su lenguaje audiovisual intenta representar un “rescate”, de esencia similar a aquellos innecesarios poemas de panfleto que André Breton dedicara al célebre bailarín ruso Vaslav Nijinsky cuando el Surrealismo yacía en el declive y el ruso era un cadáver exquisito; la imagen y el suplicio. Asimismo, en Black Swan esto es un abuso de recurso.

La relación madre-hija es otro punto que no pasa desapercibido. Quizá un desarrollo utilizando más trama disponible a través del guión presentado (a cargo de Mark Heyman, Andrés Heinz y John McLaughlin, quienes avalan la frase ‘tres son multitud’) pudo fortalecer al film. La patología puede pasar del rastro en el cuerpo, la aparición de heridas a flor de piel, a noches conociendo nuevos chicos. Y la posesión: la madre que deja su verdadera pasión por su hija, por un embarazo, por tenerla. Erica (Barbara Hershey) es una presencia determinante en el desarrollo de Nina, y si lo resumimos en una imagen queda expuesta en la infantil decoración de su cuarto y asimismo en su médium de comunicación. Al ver a la postre el tratamiento metalingüístico de la relación, se explicita: Aronofsky no es Buñuel ni Lynch.

Lo que Aronofsky sí comprendió fue filmar la danza, y allí salió a buen puerto, en filmar el proceso de transformación Odette-Odile. Especialmente en la secuencia final, la que puede conmover al espectador. La melodía de Tchaikovsky (adaptada por Clint Mansell) le dio una buena mano, como es de suponer. Otro mérito: la dirección de arte de David Stein. De lo mejor del film, el logro de la lente en ciertas escenas cuando no se cae en la repetición de recursos, como por ejemplo en la danza “de performance” y en la particular –y freudiana- escena de los retratos y pinturas “móviles” realizados por la madre de Nina.

El Cisne Blanco culmina en El Cisne Negro, y viceversa; en la invasión total, la imagen de sueño tras la perfección. El arte pagándose a sí mismo como único precio y sacrificio. El viaje logra bellas imágenes con claro mérito de Aronofsky, pero un tibio manejo de la trama y excesos en el guión, junto con la falta de construcción de estructura de personajes claves, hace que el viaje sea en buena parte parsimonioso, con corriente en contra. Sin embargo, el Cisne se mueve.



Dirección: Darren Aronofsky

Guión: Mark Heyman, Andrés Heinz y John McLaughlin

Cinematografía: Mathieu Libatique

Reparto: Natalie Portman, Vincent Cassel, Mila Kunis, Barbara Hershey

108 minutos

Fox Searchlight


Trailer:








M. Dávalos.-







4 comentarios:

what happened to my eyes, happened to your beauty dijo...

ah, era de esto que estaban habalando. yo imaginaba una secuela de kill bill v.2 u otra película nacionalista china. es preocupante, lo de los chinos. a mí me aterran. todo propaganda.

cierto, aronofsky se ha ido desintegrando. ayuda no obstante practicar el what if hubiera hecho batman. ese batman sin máscara ni capa ni batimóvil. sólo bruce wayne. clint eastwood como bruce wayne. 40 años después, en el japón, retirado del mundo. entre monjes, voto de silencio, expiación, como un leonard cohen noventoso(?)

ah, y probable guión de frank miller.

en fin, ¿qué tal está barbara hershey y qué le pasó en la cara?

saludos, d.d.

Anónimo dijo...

Geheime Staatspolizei - Polizei- und Regierungsberichte aus dem Regierungsbezirk Osnabrück aus den Jahren

El Viejo Godofredo dijo...

Buena reseña, como siempre. Estoy de acuerdo con casi todos los puntos. Hay aciertos en la película pero no me convenció como obra que te deja "algo". El tema de la búsqueda de la perfección y el ballet como escenario para mostrar las consecuencias, rinde. Es idóneo para mostrar el quiebre físico y emocional, los pies rotos y los espejos que te miran. Pero le faltó "freakeada" para mi gusto. Como dijiste, Aronofsky no es Lynch. (Me imagino un Cisne negro con David Lynch metiendo vapores mucho más turbios...sonidos...). Lo de Winona Ryder no me pareció tan injustificado, pero le faltó. Muy de caricatura por momentos, como personaje de comedia venezolana. Bien Barbara Hershey, homóloga de muchos padres que se agarran a trompadas en las canchas de baby fútbol. "La mami de la nena", siempre esuchando, vigilando atrás de la cortina. La vieja de mierda. Me la creí.

zapatitos rojos prufrock, el renegado dijo...

la vi, la vi. es una película violenta, diseñada para implantar imágenes en la cabeza. un cuento de silvina ocampo, rescrito por onetti, rescrito por bernhard. afirmación, repetición, exceso, encono, un preciosismo enfermo, cacofónico, buscado o no, la mutación, el dolor; el truco del punto de vista. me sangró la nariz.

hay un ensayo sobre dostoievski, creo que de eliot, donde dice que los personajes del ruso nos dejan la sensación de que habitan al mismo tiempo un lugar familiar, que conocemos, y otro al que no nos darán acceso.

la película te deja piantado y ajeno, el propio final dice lo que intuíamos, que el público del teatro es accesorio, ornamental. y en lugar de la introspección, están la tara y el afán de la protagonista y sus vaivenes, que a veces coinciden, para condenar y/o salvar a un ser humano. porque lo verdaderamente aberrante es la empresa a la que nina se aboca. hay un laberinto y habla el minotauro.

es, en todo caso, una película hecha por un hombre. y los hombres en ella son brutales o no son nada.

¿quedaría por determinar si asistimos a una reelaboración de la vigilia de nina, o al sueño? que no resulta al cabo importante. el sueño realizado, insisto, no precisa de un público. usted sabe.


(genial: la escena en que nina va explorando su cuerpo, se agita como herida, gira en la cama y comienza a restregarse contra el colchón. después aronofky lo arruina con la aparición de hershey como la gorgona en un rincón del cuarto, observando. y nos convertimos en piedra. lo mismo que el plano final y el parlamento "ahora está todo bien", casi sonriente, un "en paz descanso", sobra. dubitativa y entreverada y machacona, me pareció una película poderosa, intrusiva.

digo yo.

me entusiasmé.


igual sí: no es cronenberg ni lynch, pero danza.


saludos d/d