viernes, 14 de mayo de 2010

"Shutter Island" (La Isla Siniestra), de Martin Scorsese (2010).



Shutter Island: Cuarta colaboración entre Scorsese y Di Caprio




"You want to hear about my new obsession
I'm riding high upon a deep depression".
Only happy when it rains, Garbage.



La cita no es sobre el realizador en sí, sino sobre su trabajo acerca del tópico que trata su nuevo film. Martin Scorsese es parte de la ilustrada historia del celuloide. Pero este es un capítulo de la obra que se redescubre, inquieto, que se bifurca con un único fin (desde Calles Salvajes hasta El Aviador): el cine como rapto evolutivo. Por esto, entre otros elementos, Scorsese no es un dinosaurio. Shutter Island es un film que con las recetas a mano, la preescripción cuenta con los cinco dedos de una mano disfuncional que quizá traslade al espectador a conceptos como: isla, tormenta, humedad, locura, cárcel, frío, Dachau, la mente humana, la supuesta corrección, el manipuleo. Alto reto para un director tratar con la psicología, con el terror bien narrado, ese de tintes góticos, a la Edgar Allan Poe, o con el lente, tributos a Hitchcock (desde los planos de las construcciones hasta la aparición de los que no están en la mente de los presentes, veáse Vértigo), a Shock Corridor, de Sam Fuller, o hasta al mismo Stanley Kubrick (los pabellones bien pueden recordarnos en su oscuridad a lo que Kubrick buscó con la luz en films como Barry Lyndon o, más directo, en los interiores de The Shining).

El film se basa en el libro del escritor norteamericano Dennis Lehane (quien ha logrado recientes adaptaciones al celuloide con obras como Río Místico y Gone Baby Gone). Esta es la cuarta colaboración de la sociedad Scorsese y Di Caprio.

El tópico madre aquí es la locura y un ejercicio más sobre su condición, llevada al cinematógrafo. Aquí bien podemos hablar de Foucault y sus altos conceptos de reclusión, de los mecanismos de defensa (y ataque) de Freud y hasta de Kafka (el único de los tres que se menciona en el film adrede, y el más cercano quizá a la idea del director, al menos en la primera mitad de la obra), pero se nos haría muy largo. Igualmente, si leemos El Proceso, luego de habernos interesado la trama de este film, estaríamos yendo por más.


Scorsese iluminando

La trama: 1954. Estados Unidos de post-guerra Mundial, con el latente síndrome de Corea y desarrollo de Guerra Fría. Paranoia. Dos aguaciles federales americanos llegan al Hospital Ashecliffe, centrado en una isla, a investigar el caso de la misteriosa desaparición de una mujer, Rachel Solando (Emily Mortimer), quien fue recluída por haber ahogado a sus tres hijos, en un centro psiquiátrico penitenciario de máxima seguridad, donde los pacientes son sometidos a experimentos mente-cuerpo para lograr su recuperación. Dije "pacientes", como los llama el mandamás del lugar, el Dr. Cawley (interpretado por Ben Kingsley). Pero "reclusos" los llama el aguacil Teddy Daniels (Leonardo Di Caprio) bajo la compañía del aguacil "Chuck" (Mark Ruffalo). No sabe mucho de él, su nombre y poco más. Los aguaciles llegan y la investigación parece no avanzar, o por falta de cooperación de los encargados o que algo está pasando. Ahí aparece el psiquiatra cabeza del proyecto, el germano Doctor Naehring, interpretado por el histórico Max Von Sydow (con la escena importante de la relación de la misma melodía clásica de Gustav Mahler en la sala, que le recuerda a Teddy cuando la escuchó años atrás, en el despacho del general a cargo en Dachau). Quizá un pasado "Menghelesco" del mano derecha de Cawley, la sugerencia es clara. Daniels, por su parte sufre de migrañas, y además es un hombre atormentado. Estuvo en la liberación de Dachau, ha tenido problemas con la bebida, y además sufrió la pérdida de su mujer, Dolores (Michelle Williams), la cual atribuye a un incendio causado por un piromaníaco, Laeddis.


El faro como pieza clave del puzzle, de la Isla. Hay que ver...


Pensar en mareas, en tormentas, en cuevas. Y en el faro y su representación audiovisual como fin, como solución o pieza clave del puzzle. La isla es física, el ambiente, y luego, vemos que es una metáfora de la mente, o de alguna en particular (la del protagonista), la que aquí se intenta tratar. El director ambientó la isla, los pabellones como cuarteles del loquero estudiando como él bien sabe. Alta la fotografía a cargo de Robert Richardson. Poco al azar en la construcción. Método. Aquí hablamos de Scorsese, no de paquetes como Night Shyamalan. La música es un gran acierto, a cargo de Krzystof Penderecki. Es densa, por momentos molesta y es su meta: incomodar, contagiar. El tema en Shutter Island es que el espectador vaya a más; parece un ejercicio que quizá no muchos deseen. Quizá el guión adaptado del film, a cargo de Laeta Kalogridis, atente contra esta idea, en una primera lectura. Hay que discernir, o al menos intentarlo. En el film hay una clara superficie, pero por debajo está el premio, está el chocolate.

El tour de force del film implosiona cuando vemos que el mismo Teddy es presa de un secreto, el de haber asesinado a su esposa, luego que ella (y no la tal Raquel Solando) ahogara a sus propios hijos. Teddy es el piromaníaco que lo atormenta en Shutter Island. Ahora llamémoslo Laeddis. Y aquí aparece el tema del Otro, Die Doppelganger, naciendo quizá un nuevo film con nuevos roles para los personajes. Acá se dispara el tema y más bifurcaciones, donde las ratas pueblan el laberinto. ¿El bien y el mal están condenados a la eterna lucha, eterna dualidad, o son parte de la misma cosa y hasta los mismos conceptos se divierten entre sí, intercambiando roles y visiones? Sin dudas es un film para pensarlo, y quizá para verlo nuevamente. Pero esto es un ejercicio, que para uno pagaría bien. Tiempo para estas cosas, uno gusta de hacerse.

Shutter Island juega con la metáfora de la paranoia (si hablamos de una ventana, "shutter" significa postigo). No le interesan los buenos y los malos. Intenta una trama subrayada en el poder, en la mente, en el paciente, en el recluso. A 1954 pensemosló desde este nuevo siglo, ya comenzado. En esta obra, Dachau es el cielo de la miseria, y añorar una ausencia, añorar una mujer, es el suelo. El film y la situación del personaje y el límite puede, en parte, recordarnos a Atrapado sin salida, film de Milos Forman (basado en el gran libro de Kesey, One flew over the Cuckoo's nest). La imagen final del faro, la frutilla del postre, a mí me recordó a Hitchcock, pero también a la ultima imagen de la ardilla del penúltimo film del mismo Scorsese, Los infiltrados.

"Todo está en tu mente", llegó a cantar Beck en su disco Sea Change. La premisa de esta obra por dónde se la mire. Scorsese agrega su parte a la olla: "Alguien falta". Yo, por mi parte, no puedo hacer más que fijarme en mi breve biblioteca a ver si está allí, o si lo tengo prestado, Lo Inconsciente, de Carl Gustav Jung.




M. Dávalos.-






Trailer:









10 comentarios:

now wakes the sea dijo...

happy when it pours , especialmente, con jesús y maría, en la colonia penitenciaria.

salud

TORO SALVAJE dijo...

Tengo muchas ganas de verla.
A ver si lo hago pronto.

Saludos.

TORO SALVAJE dijo...

Te perdiste mi post CASO PERDIDO, del 11 de mayo, estoy seguro de que te gustará.
Me apostaría algo.

Saludos.

La Comadre dijo...

Interesantísimo el comentario.


Slds.

Gege dijo...

O sea es pa entrarle con pop o no?

Duroc dijo...

El film coquetea con variantes del "caso Schreber" de Freud, la libido y eso.

Guerrero de pacotilla dijo...

Que buen blog te mandaste gato! No sabia que eran tan inteligentes.

--Herrspray-- dijo...

Gigante el banner de LOST por dónde se lo mire. Ahora, se le ven los huevos al perro.

Maco dijo...

Es verdad. La música, de a ratos, es perfectamente molesta.

Cale dijo...

La voy a ver