
El artista neoyorquino murió este domingo, en su ciudad, a los 71 años. Líder de The Velvet Underground y con una versátil carrera como solista refundó el rock n' roll e influenció a generaciones de músicos alrededor del mundo.
Cantante, guitarrista, frontman, poeta, escritor, pintor. Cultor
del avant-garde, protegido de Andy Warhol. Artista. Provocador.
Perseguidor. Un animal del rock n' roll. Lewis Allen Reed murió este
domingo a sus 71 años en su residencia de Southampton (Nueva York).
La causa fue una larga enfermedad que le tomó el hígado. Meses
atrás había sido intervenido con un trasplante en Ohio. Estaba
delicado.
Peel Slowly & See
En los años sesenta del siglo XX, junto con John Cale, Sterling
Morrison y Maureen Tucker formó The Velvet Underground. "La
banda de los protegidos de Andy Warhol", artista vanguardista
radicado en Nueva York y refundador del arte moderno. La música de
la banda era oscura, estridente, una patada de bota de cuero en la
cara al flower power triunfal del oeste californiano. Camperas de
cuero, lentes oscuros por las noches y jeringas de mano en mano en
tugurios y callejones de Manhattan. Canciones como "I'm Waiting
For The Man", "Heroin", "Venus in Furs" y
"The Black Angel's Death Song" lo dejaron patente. Aquella
voz de Reed no fue la de una generación: fue la de una ciudad que
hace rato mutó. Un testimonio y tesoro que respira, grita y medita
por siempre.
En 1967 lanzaron su primer disco: The Velvet Underground & Nico (junto con la modelo alemana Nico en la voz, jugada marketinera de Warhol tras una sugerencia del rolling stone Brian Jones). En los dos años posteriores el álbum no los consagró salvo en un más que reducido círculo (en sus primeros años de vida no vendieron más de 30.000 copias con suerte, según testimonio de Brian Eno). En 1968 publicaron White Light/White Heat, donde reinan la distorsión y el hermetismo artístico. En 1970 llegó el fin de la banda, pero en los años posteriores lentamente se comenzó a hablar de la Velvet como una banda de culto: la actitud, el sonido, la vanguardia.
Su influencia es inabarcable: desde los primeros discos de David
Bowie, pasando por T. Rex, Iggy Pop, Roxy Music, Sex Pistols, Talking
Heads, The Cure, Sumo, R.E.M., Sonic Youth, Nirvana y The Strokes.
Hay una frase célebre, dicha por varios músicos de diferentes
maneras a lo largo de las décadas sobre el carácter fundacional de
la banda: "Siempre fue la Velvet Underground..." ("It
was always The Velvet Underground").

Take no prisoners
En la década del setenta, Reed lanzó discos dispares:
Transformer (1972) fue recibido con beneplácito por la
crítica y sus canciones "Perfect Day", "Satellite Of
Love" y "Walk On The Wild Side" sonaban en las radios
estadounidenses como ninguna otra canción de su fatídica Velvet. Un
año después salió Berlin, disco introspectivo como
terrible ("Kids" y "Sad Song"): una ópera sobre
la historia de dos drogadictos en la capital alemana. En 1975 publicó
Metal Machine Music y tan solo el crítico musical Lester
Bangs lo celebró: una ópera de guitarras y sintetizadores, sin
bajo, voz y batería, donde reinan una estridencia y un caos que
dejan a White Light como una canción de cuna. La respuesta
de Reed a su discográfica que le pedía un nuevo Transformer.
Una gran broma, un disco imposible, un delirium tremens
hacia el infinito. Hay miles de fanáticos de Reed que jamás
escucharon más de cinco minutos, y mucho menos por completo.
(También hay miles que hoy visten remeras con la banana de Warhol de
la portada del primer disco de la Velvet y jamás escucharon el disco
más allá de "Heroin").
Luego llegaron Coney Island Baby (1976), Street
Hassle (1978), The Blue Mask (1982), New York
(1989), entre otros. La carrera de Reed fluctuó entre aciertos y
desaciertos pero siempre bajo retos que el fanático de la poesía de
Delmore Schwartz y de Arthur Rimbaud se imponía.
En 1992 lanzó Magic and Loss. Un disco hermoso, sobre la magia y la pérdida, la vida y la muerte, particularmente esta última. La quinta canción del disco es "Sword of Damocles", dedicada a un amigo que falleciera a causa de una enfermedad terminal, como tantos otros cercanos al artista. Los arreglos (particularmente la intro) y el ritmo son dantescos, generando un clima de vertiginosa soledad hasta un punto final. Pero Reed, según dijo al New York Times su doctor personal, de apellido Miller, murió rodeado de seres queridos que estuvieron a su lado en una mañana de domingo. Si la espada de Damocles estaba sobre su cabeza, solo Lou lo sabía.
Dreamin' - Escape
Reed vivió sus excesos años antes de crear la Velvet, y entre
1966 y 1975 mucho más: en los años setenta padeció la adicción a
la heroína como pocos, pero a su desgarro siempre lo convirtió en
arte. Magia y pérdida. En la década de los ochenta su vida cambió:
dejó sus viejos vicios (porque se moría) y brindaba pocas
entrevistas en las que hablaba de su acercamiento a lecturas sobre
filosofía oriental y del Tai Chi, disciplina que comenzó a
practicar. En noviembre del 2000, como parte de su gira sudamericana
del disco Ecstasy, dio un concierto en el Teatro de Verano
de Montevideo. En 2011 grabó el disco Lulu junto a
Metallica. En los últimos años se lo vio recorriendo las calles de
Nueva York en bicicleta: unas calles que caminó en mil y una noches
y que conocía como la palma de su mano, esa que dejó tesoros como
"Sunday Morning", "Stephanie Says", "Pale
Blue Eyes", "Perfect Day" y más, mucho más.
"Lou murió dando pelea; hizo sus ejercicios de Tai Chi tan
solo una hora antes de morir", dijo el doctor Miller al New York
Times.
Publicado el domingo 27/10/2013 en la agencia de noticias Uypress