jueves, 26 de noviembre de 2009

Entre un doble ancho y un manco



El manco Castro yendo al choque con el arquero argentino Botasso



Estadio Centenario, 30 de julio de 1930. Uruguay - Argentina. Final del primer campeonato de fútbol mundial. Al finalizar el primer tiempo y gracias a los goles de Peucelle y Stabile, Uruguay (el organizador del primer mundial de fútbol) caía 2-1 ante su gente, en el Estadio Centenario. En el entretiempo, el capitán celeste, José “El Mariscal” Nasazzi, fue claro: “Hay que dejar todo en cada pelota. Este partido lo ganamos“.

En el vestuario vecino, los argentinos estaban conformes con su juego pero eran cautos ante la ventaja lograda, no encontrando demasiado aliciente en el resultado parcial. Se recuerda un diálogo entre Fernándo Paternoster y Luis “Doble Ancho” Monti: “Mejor que perdamos, si no aquí morimos todos“, dijo el primero. Monti le respondió: “No. Si hoy ganamos, acá nos matan a todos“.

Monti años más tarde recordaría: “Cuando volvimos para jugar el segundo tiempo había como trescientos milicos con bayonetas caladas. A nosotros no nos iban a defender. Me di cuenta que si tocaba a alguien se prendía la pólvora“. Entonces les dije a mis compañeros: “Estoy cagado marcado, pongan ustedes que yo no puedo“.

Pero la cosa era diferente. El jugador argentino creía que las presiones recibidas hacia él y su familia se debían quizá a la rivalidad rioplatense, pero la realidad era muy diferente. La apretada venía desde espías italianos, desde el servicio secreto de Mussolini que quería sí o sí que Monti, la joya de San Lorenzo en aquel entonces, jugara para su selección en el mundial que organizaría en 1934.

Quien ganó parece fue la guita. Ya que finalmente, Monti culpó a la presión de los uruguayos sobre su actuación en la final del mundial y finalmente, luego del torneo se fue a jugar a la Juventus, en la Italia de Mussolini. Le ofrecieron 6.000 U$S mensuales, auto y casa, y en 1934 jugaría para la selección de Benito. Esa selección tana que si no ganaba la Copa Mundial cada miembro del cuerpo técnico y jugadores sería fusilado por las camisas negras.

Volviendo al match, se manejaron estrategias y ambos equipos salieron a la cancha. Una nueva final entre las selecciones donde había pica. Y curiosidades como la que cada equipo planteó jugar con su pelota. Mediante sorteo arbitral, Argentina logró jugar con su pelota el primer tiempo, mientras que Uruguay jugó con la suya (importada desde Inglaterra) los segundos 45 minutos.

La final continuó jugándose como lo que era: una final del mundo. Pedro Cea marcó el empate y Santos Iriarte puso el 3-2 para los uruguayos. El juego de ambas selecciones fue recio rozando con la malaleche: Nasazzi casi pierde parte de su dentadura por el juego con los codos del argentino Mario Evaristo.

El delantero celeste Héctor “el manco” Castro (en su adolescencia perdió su mano derecha con una sierra eléctrica) le hundió su muñón en el muslo al arquero argentino Juan Botasso, practicándole una paralítica y dejándolo sentido en buena parte del segundo tiempo. Años después durante un programa de televisión se reencontrarían el uruguayo Cea y el zaguero argentino José Della Torre, este último le recriminó al uruguayo aquella “avivada” de Castro. La respuesta del oriental es famosa: “¿Y vos que te pensabas... que era un partido entre casados y solteros? Aquella era la final de una Copa del Mundo“.

Finalmente, el partido lo dio vuelta Uruguay, en la cancha, por 4-2. El último gol del mundial fue de Héctor “el manco” Castro. En el minuto 90 de la final del mundial de 1930 marcó el cuarto y último gol del match, cabeceando un centro de su compañero Pablo Dorado.

Sobre el tema, años después declararía el jugador argentino, Francisco “Pancho” Varallo: “Influyeron cosas externas… Monti estaba tan asustado que cuando se caía un uruguayo iba y lo levantaba…“. Con el tiempo también se supo que el entrenador argentino, Francisco Olazar, había aceptado un incentivo monetario proveniente de la Italia de Mussolini.

Pero en esa época, los técnicos estaban dedicados más que nada al cuidado físico (varios de ellos eran profesores de educación física a secas). El capitán argentino Manuel “Nolo” Ferreira ha dicho que los consejos recibidos del técnico Olazar eran más que nada físicos y frases de recomendación nutricional del estilo: “No coman sanguches de salame antes de los partidos“. Del cuadro en la cancha se encargaban los jugadores.

Así se jugó la primer final del mundo en la historia mundialista. Folclore y romance. Todo esto en gran parte hoy perdido en la gran empresa que devino el deporte.



Bonus tracks:

- El laureado olìmpico arquero celeste (1924-28), Andrés Mazzali, se quedó sin mundial por una escapada nocturna con una rubia.

- Casi todos los jugadores de Rumania trabajaban en una petrolera inglesa que, en un principio, no les permitía viajar hasta que intercedió el propio Rey para que les dejasen ir a jugar el mundial.

- No hubo empates en los partidos jugados.

- El equipo de Estados unidos estaba compuesto por veteranos escoceses. Salieron terceros.




M. Dávalos.-




Post en simulcast con Fanáticos del mate




7 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Eso eran partidos.
Con épica.

Saludos.

Sergio dijo...

Estos detalles faltan en el futbol de hoy. Se perdieron para siempre. Post epico.

Anónimo dijo...

Zarpetti el nuevo banner.

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

No es casualidad pero la palabra de verificación es
"boloo" lo que se puede traducir en un gran "bolu" o "boló"...es que con tanto fútbol uruguayo-argentino...pegaba.

Mork llamando a Mindy!

Aquí Gata encontró-se Gato

;)

Laura dijo...

Este gato es mío.

Tatuaje de Artigas dijo...

ahi esta el juego de Duroc que nunca van a poder jugar los rosarinos.
http://www.gamedesign.jp/flash/chatnoir/chatnoir.swf