
Han pasado cincuenta años y veintitrés películas oficiales desde el debut cinematográfico de James Bond, el agente 007 creado por el novelista británico Ian Fleming. Operación Skyfall es el tercer film con Daniel Craig en la piel del agente secreto, luego de Casino Royale (2006) y Quantum of Solace (2008), y el primero de la saga que dirige Sam Mendes (Belleza Americana, 1999).
Skyfall
tiene méritos propios que la destacan: la dirección del británico
Mendes, acompañada por la fotografía de Roger Deakins, es correcta
en general y notable en escenas puntuales (en los exteriores de la
escena de acción inicial en Turquía, en los interiores del casino
de Macao, por solo nombrar dos). Y logra más apoyo
con el guión a tres partes de Neal Purvis, Robert Wade y John Logan,
quienes no se basan explícitamente en las novelas de Fleming debido
a que prefieren actualizar el escenario de simulacro de la Guerra
Fría al del comienzo del siglo XXI comunicado por computadoras,
hipervínculos y redes.
Por
su parte, Craig confirma la
interpretación de
uno de los Bond más interesantes de la saga (aunque por debajo del
noble y atrevido Sean Connery de El
Satánico Doctor No
y del barroco e irónico Roger Moore de Vive
y deja morir),
llevándose consigo el mérito de contar con
la mirada más fría del agente que ejerce su licencia para matar.
Asimismo,
es sobria y adecuada la elección del tratamiento de Bond como un
héroe díscolo: el agente que acusa el paso del tiempo física y
mentalmente, pero que en momentos determinantes hace pesar su
fidelidad, innata y obsesiva, a su mentora M (Judi Dench) más que a
su patria. En este caso, su patria, representada en la agencia de
inteligencia de servicio británico MI6, es ridiculizada y atacada
por varios frentes, y la película la expone vulnerable y arcaica
ante un nuevo enemigo invisible, que no tiene país para ir a
cazarlo, del que no se conoce su paradero físico. Una amenaza que
opera mediante el terror
con
un detalle positivo y no menor para una película post 11 de
setiembre: no es árabe ni usa turbante. No hay parodia ni gruesos
estereotipos. ¿Pero qué es lo que realmente hace especial a este
enemigo? Al menos dos características: primero, la trascendencia de
un sistema de computadoras que puede alterar cualquier estructura
(aquí con paralelismos a Wikileaks y a cierto metadiscurso de su
creador Julian Assange, y a Anonymous, salvando las evidentes
distancias); y segundo su personificación: el hacker Raoul Silva
(Javier Bardem), exalumno de M, en un pasado atormentado por ella y
el modus operandi de la agencia MI6, irrumpe como un villano que
recuerda a los ilustres Hannibal Lecter de El
silencio de los inocentes
(Jonathan Demme, 1991) y al Joker de Batman:
El Caballero de la Noche (Christopher
Nolan, 2008).

La
amenaza de Silva introduce en la trama a un moderno y radical Q (Ben
Whishaw), un joven hacker-nerd-hipster, quien más allá de su
habitual aporte científico-tecnológico propone desafíos de
retórica y artísticos al avezado agente. Mallory (Ralph Fiennes),
el nuevo líder de MI6, por su parte sostiene un reto para la
experimentada M. Tanto él como Q actúan como símbolos de
modernidad. La presencia de Sévérine (Bérénice Marlohe) como
“chica Bond” es breve, sin pena ni gloria más allá de su
encanto físico, mientras la de Eve (Naomie Harris), agente y
asistente de Bond, es más atractiva desde su perfil intelectual y
provocador.
Skyfall
abarca el conflicto entre Bond y Silva según el tópico del
Doppelgänger,
del doble, con una particularidad: ambos comparten una madre
adoptiva, M. Bond y Silva son tan análogos y antagónicos en su
condición de huérfanos e incomprendidos, entre el parricidio y lo
puritano hacia la figura materna (con símbolos desde una casa de
huérfanos hasta gritos que parecen de niños molestos para llamar la
atención de su madre), que para la trama el enfrentamiento resulta
eficaz, sin una imperiosa necesidad de acumular extraordinarias
escenas de acción para mantener el ritmo de la narración. Aunque en
dosis precisas las hay, presentes junto a las localidades exóticas y
cosmopolitas de rigor, la oliva en una única copa de Martini, y la
ineludible estampa del clásico Aston Martin. Gracias a Mendes,
continúa vigente el héroe del Kiss Kiss Bang Bang.
Dirección: Sam Mendes. Guión: Neal Purvis, Robert Wade, John Logan. Fotografía: Roger Deakins. Música: Thomas Newman. Elenco: Daniel Craig, Javier Bardem, Judi Dench, Ralph Fiennes, Ben Whishaw, Albert Finney, Naomie Harris, Bérénice Marlohe. Duración: 143 minutos.
Dirección: Sam Mendes. Guión: Neal Purvis, Robert Wade, John Logan. Fotografía: Roger Deakins. Música: Thomas Newman. Elenco: Daniel Craig, Javier Bardem, Judi Dench, Ralph Fiennes, Ben Whishaw, Albert Finney, Naomie Harris, Bérénice Marlohe. Duración: 143 minutos.
