viernes, 9 de noviembre de 2012

Operación Skyfall, de Sam Mendes




Han pasado cincuenta años y veintitrés películas oficiales desde el debut cinematográfico de James Bond, el agente 007 creado por el novelista británico Ian Fleming. Operación Skyfall es el tercer film con Daniel Craig en la piel del agente secreto, luego de Casino Royale (2006) y Quantum of Solace (2008), y el primero de la saga que dirige Sam Mendes (Belleza Americana, 1999).

Skyfall tiene méritos propios que la destacan: la dirección del británico Mendes, acompañada por la fotografía de Roger Deakins, es correcta en general y notable en escenas puntuales (en los exteriores de la escena de acción inicial en Turquía, en los interiores del casino de Macao, por solo nombrar dos). Y logra más apoyo con el guión a tres partes de Neal Purvis, Robert Wade y John Logan, quienes no se basan explícitamente en las novelas de Fleming debido a que prefieren actualizar el escenario de simulacro de la Guerra Fría al del comienzo del siglo XXI comunicado por computadoras, hipervínculos y redes.

Por su parte, Craig confirma la interpretación de uno de los Bond más interesantes de la saga (aunque por debajo del noble y atrevido Sean Connery de El Satánico Doctor No y del barroco e irónico Roger Moore de Vive y deja morir), llevándose consigo el mérito de contar con la mirada más fría del agente que ejerce su licencia para matar.

Asimismo, es sobria y adecuada la elección del tratamiento de Bond como un héroe díscolo: el agente que acusa el paso del tiempo física y mentalmente, pero que en momentos determinantes hace pesar su fidelidad, innata y obsesiva, a su mentora M (Judi Dench) más que a su patria. En este caso, su patria, representada en la agencia de inteligencia de servicio británico MI6, es ridiculizada y atacada por varios frentes, y la película la expone vulnerable y arcaica ante un nuevo enemigo invisible, que no tiene país para ir a cazarlo, del que no se conoce su paradero físico. Una amenaza que opera mediante el terror con un detalle positivo y no menor para una película post 11 de setiembre: no es árabe ni usa turbante. No hay parodia ni gruesos estereotipos. ¿Pero qué es lo que realmente hace especial a este enemigo? Al menos dos características: primero, la trascendencia de un sistema de computadoras que puede alterar cualquier estructura (aquí con paralelismos a Wikileaks y a cierto metadiscurso de su creador Julian Assange, y a Anonymous, salvando las evidentes distancias); y segundo su personificación: el hacker Raoul Silva (Javier Bardem), exalumno de M, en un pasado atormentado por ella y el modus operandi de la agencia MI6, irrumpe como un villano que recuerda a los ilustres Hannibal Lecter de El silencio de los inocentes (Jonathan Demme, 1991) y al Joker de Batman: El Caballero de la Noche (Christopher Nolan, 2008).


La amenaza de Silva introduce en la trama a un moderno y radical Q (Ben Whishaw), un joven hacker-nerd-hipster, quien más allá de su habitual aporte científico-tecnológico propone desafíos de retórica y artísticos al avezado agente. Mallory (Ralph Fiennes), el nuevo líder de MI6, por su parte sostiene un reto para la experimentada M. Tanto él como Q actúan como símbolos de modernidad. La presencia de Sévérine (Bérénice Marlohe) como “chica Bond” es breve, sin pena ni gloria más allá de su encanto físico, mientras la de Eve (Naomie Harris), agente y asistente de Bond, es más atractiva desde su perfil intelectual y provocador.

Skyfall abarca el conflicto entre Bond y Silva según el tópico del Doppelgänger, del doble, con una particularidad: ambos comparten una madre adoptiva, M. Bond y Silva son tan análogos y antagónicos en su condición de huérfanos e incomprendidos, entre el parricidio y lo puritano hacia la figura materna (con símbolos desde una casa de huérfanos hasta gritos que parecen de niños molestos para llamar la atención de su madre), que para la trama el enfrentamiento resulta eficaz, sin una imperiosa necesidad de acumular extraordinarias escenas de acción para mantener el ritmo de la narración. Aunque en dosis precisas las hay, presentes junto a las localidades exóticas y cosmopolitas de rigor, la oliva en una única copa de Martini, y la ineludible estampa del clásico Aston Martin. Gracias a Mendes, continúa vigente el héroe del Kiss Kiss Bang Bang.


Dirección: Sam Mendes. Guión: Neal Purvis, Robert Wade, John Logan. Fotografía: Roger Deakins. Música: Thomas Newman. Elenco: Daniel Craig, Javier Bardem, Judi Dench, Ralph Fiennes, Ben Whishaw, Albert Finney, Naomie Harris, Bérénice Marlohe. Duración: 143 minutos.