jueves, 16 de agosto de 2012

Valiente, de Mark Andrews y Brenda Chapman




Una princesa que solo quiere practicar con su arco y flechas en el bosque reacciona cuando sus padres le imponen repentinamente un nuevo destino: ingresar en la adultez. Un hechizo introducirá nuevos conflictos y a una osa, el corazón de la nueva película de los estudios de animación Pixar. 

Visualmente, el film es una joya —desde los primeros planos a la princesa Merida que resaltan el movimiento de su rojiza cabellera rizada hasta los planos aéreos de escenarios campestres de la Escocia medieval—; narrativamente, un parco cuento infantil influenciado por la tradición celta y no mucho más. 

En resumen, esto hace de Valiente una película menor entre las realizadas hasta el momento por los estudios de animación digital Pixar, iniciados como The Graphics Group bajo la protección de George Lucas en 1979, y luego refundados por Steve Jobs entre el segundo lustro de la década de los años ochenta y la década de los noventa. En 2006 la compañía fue comprada por Disney Pictures.

A lo largo de su historia, Pixar se ha distinguido por la forma de narrar sus películas, un sello que trasciende la a priori estigmatización de "films animados", y que niños y adultos han sabido celebrar. Este es el gran acierto, basando el trabajo en guiones notables (de Andrew Stanton, Joss Whedon, Brad Bird y Bob Peterson) junto a una producción de animación gráfica digital por computadora (CGI) que es vanguardia. Las obras que han cumplido esta condición son Monsters Inc. (2001), Buscando a Nemo (2003), Ratatouille (2007), WALL-E (2008), Up (2009) y la trilogía Toy Story (1995, 1999, 2010). 

Asimismo, la narración desde el guión ha resultado ser un punto débil de Pixar en sus últimos años con algunas obras flojas: Los Increíbles (2004), Cars 2 (2011) y Valiente. Pero esta última no es una mala película; solo que dentro de las creaciones de Pixar no se destaca.



La historia tiene como protagonista a la princesa Merida, del clan DunBroch, atravesando un conflicto: su rebeldía ante la realidad desde su condición de adolescente. Sus padres, los reyes, acuerdan con los otros clanes vecinos la elección de un pretendiente para su hija sin su consentimiento. Merida, intentando escapar de la situación impuesta —y de los tres patéticos pretendientes—, será causante de un hechizo que transformará a su madre en una osa, animal que simboliza una amenaza para estos clanes, especialmente para su padre, quien ha perdido una pierna tras una pelea con uno de éstos en el pasado. 

El personaje de Merida es elaborado de forma notable desde la animación —su cabellera rojiza es un espectáculo visual por sí sola— y con acierto en el guión durante la primera mitad del film, donde la joven princesa busca forjar su propia identidad y se asemeja más a su padre Fergus, tanto en su expresión física como en su comportamiento camorrero y gruñón, que a su madre Elinor. No corren con la misma suerte todos los personajes masculinos, quienes constituyen una parodia grotesca de principio a fin, incluyendo a los tres hermanitos de Merida aunque aporten el toque de humor. Menos aún convence un desacierto de la historia como unidad y que actúa como moraleja, donde se impone el sello Disney sobre el de Pixar: la fresca evolución de una heroína que se debilita por la cortés resolución del argumento. 

Por otro lado, una lectura mucho más reveladora: una madre, una reina víctima de un hechizo que la convierte en una osa injustamente, jamás pierde la calma. He aquí la verdadera valiente de esta historia.



Director: Mark Andrews, Brenda Chapman, Steve Purcell (co-director) 
Guión: Brenda Chapman, Irene Mecchi, Mark Andrews, Steve Purcell 
Música: Patrick Doyle 
Elenco: Kelly Macdonald, Emma Thompson, Julie Walters, Bill Connolly
Pixar/Walt Disney Pictures 
93 Minutos 
2012



jueves, 2 de agosto de 2012

The Dark Knight Rises, de Christopher Nolan



Christopher Nolan culminó su trilogía de Batman con "El Caballero de la Noche Asciende", un correcto tributo al cómic que deja de lado al cine. Su predecesora, "El Caballero de la Noche", es la mejor película realizada sobre un superhéroe hasta el momento. Y ésta es sumamente inferior. El Caballero de la Noche desciende.

Uno de los problemas que rodeó a El Caballero de la Noche Asciende meses antes de su estreno fue su aura épica desde la promoción. Uno de sus trailers anunciaba literalmente una "épica conclusión" y un spoiler que comprendía un problema: la evidencia de una de las escenas más impactantes de la película, que ocurre en el estadio de los Rogues, el equipo de fútbol americano de Ciudad Gótica, que en el cine pierde el factor sorpresa salvo en lo audiovisual. La épica anticipaba una continuidad, el cierre de la trilogía con un "ascenso".

El enorme éxito de su predecesora El Caballero de la Noche (2008), compartido por gran parte de la crítica, el público y la taquilla mundial, jugó su partido. Y quizá con razón, ya que es excelente. A destacar: es uno de los pocos films estadounidenses que ha abarcado con mayor verosimilitud artística el estado de paranoia y vigilancia post 11 de setiembre de 2001; es un explícito tributo al género policial de los últimos treinta años -en su cinematografía, a Manhunter de Michael Mann; en sus diálogos y monólogos recuerda la novela El asesino de la carretera, de James Ellroy-; cuenta con un sobresaliente trabajo de Christopher Nolan y su hermano Jonathan en la constitución de un villano (El Joker), acompañado por una inolvidable performance de Heath Ledger; y el final, con Batman huyendo como un paria a las sombras, a la cueva, tras asumir una culpa que no le correspondía por la muerte del fiscal Harvey Dent (devenido en Dos Caras), quien se convierte en un mártir para Ciudad Gótica. Mientras en El Caballero de la Noche hay sacrificio en Batman, en su sucesora hay culpa en todos sus personajes relevantes. Es el film que más se dedica al dual conflicto Bruce Wayne-Batman, ya que su guión recurre a la introductoria y correcta Batman Inicia (2005), lo que a priori parecía ser un buen paso para la conclusión.

En El Caballero de la Noche Asciende Ciudad Gótica es diferente a la del film predecesor. Pasaron ocho años luego de la muerte de Harvey Dent y el enfrentamiento de Batman ante la amenaza del Joker. Son tiempos de calma, donde la rigurosa Ley Dent es ejemplo y ha encerrado a los criminales más temibles de la ciudad. El comisionado Gordon es visto por sus colegas de la fuerza policial como un "viejo héroe de guerra en tiempos de paz", ergo, prescindible. Bruce Wayne se encuentra recluido en su mansión, con su pesar tras la muerte de su enamorada Rachel Dawes, y Batman es un fugitivo.

Bane es el nuevo villano, entrenado por Ra's al Ghul (Liam Neeson) en la Liga de las Sombras. El mercenario, establecido junto a su ejército clandestino en las alcantarillas de la ciudad, cuenta con un nuevo plan para alterar la paz reinante. Su mejor momento en el film es su enfrentamiento en las alcantarillas con Batman, a quien lesionará, expulsará de Ciudad Gótica y confinará en una cárcel remota que recuerda escenarios de Afganistán. Luego cometerá un atentado terrorista simultáneo en diferentes puntos de la ciudad y durante un partido de los Rogues colmado de público -con el único sonido del himno estadounidense cantado por un niño-, y activará una bomba nuclear.

El atentado asimismo aísla bajo tierra a la mayoría de policías de la ciudad, invirtiendo las posiciones de poder, y el villano y su ejército instalan una rebelión contra el orden: critican el culto a Dent, liberan la prisión de Blackgate -lo que evoca la histórica toma de la Bastilla en París- y ejecutan inmediatos procesos judiciales a los nuevos culpables con el doctor Crane (Cillian Murphy, villano en Batman Inicia) como juez, ahora evocando los años del "Terror" de la Revolución Francesa. Los sentenciados son empresarios, banqueros y pudientes, y los juicios son tratados a través de la sátira. Mediante este recurso, Nolan olvida el movimiento de los indignados Occupy Wall Street. No se ven manifestaciones de ciudadanos en las calles de su ciudad sumida en el caos. No son activos, ni siquiera existen en los planos aéreos. Su justicia no pesa más allá de valores éticos absolutos que por ellos enuncian los policías, y hasta se estigmatiza el supuesto conflicto con una batalla entre éstos y los mercenarios, que no son otra cosa que terroristas. Nolan apenas juzga a los poderosos; prefiere que los ausentes ciudadanos esperen que el orden y la seguridad que solo dependen de Batman, mientras al millonario Bruce Wayne, en el exilio, lo espera su castillo intacto. Finalmente no hay rebelión, hay una parodia. Una visión de justicia personal y protectora del héroe -propia del cómic de Bob Kane publicado por primera vez en 1939- aplaca un guiño histórico temporal que el mismo Nolan presenta pero no sostiene.

Bane es interpretado por Tom Hardy. Al ver la presentación físico-psicológica del personaje, no quedan dudas de que el notable papel del actor en Bronson (Nicolas Winding Refn, 2008) fue determinante para su elección por parte de Nolan más que su presencia en Inception, film anterior del cineasta. Hardy es un actor a considerar, con una presencia y un vigor que por momentos (Bronson, El Topo) pueden recordar al joven Marlon Brando de Un tranvía llamado deseo y Nido de Ratas. Pero aquí el problema es el desarrollo del personaje Bane: una prometedora presentación que se desintegra a medida que avanza la cinta. De una presencia amenazante a una caricatura. Nada que hacer para Hardy, el error es compartido por los hermanos Nolan en su guión.



Previo a su caricatura, Bane deja un mensaje: expone la humanización de Batman, del mito del héroe. Según Nolan, un héroe desnudo en situaciones límite, despojado de sus artificios y armamento tecnológico. Hay una significación en los duelos. El primero es bajo tierra, en el escenario del villano, con el héroe encerrado y como presa fácil. En el segundo duelo hay una sorpresa: el Caballero de la Noche lucha nuevamente mano a mano ante su oponente, pero lo hace de día. Este enfrentamiento además recuerda -con el cineasta destacándolo con su cámara entre una multitud- lo que comparten los clásicos films de guerra: una unidad manifiesta por las dos partes en pugna, antagónicas, que buscan detener y vencer a la otra. Bane es un reto, una amenaza que expone a Batman y a Wayne por igual física y psicológicamente como ningún otro villano. Bane lo explicita en la película, al decirle a Wayne que lo romperá. Primero su alma y luego su cuerpo. Primero al hombre, luego al héroe. Bane representa una vitalista concepción del terror y de la tortura.

Por su parte, Christian Bale no se luce como Bruce Wayne, confirmando que su mejor momento en la trilogía fue en Batman Inicia. Luego de ser opacado por Heath Ledger, el Joker en la segunda película, su performance vuelve a ser estéril. Esto a causa de los pobres diálogos del guión, especialmente los de Batman con Selina Kyle, infantiles, que si se sostienen es únicamente por la presencia de Anne Hathaway (El diablo viste a la moda, El casamiento de Raquel) y su atractiva displicencia. Lo mismo sucede en las escenas de Bale con Morgan Freeman (Lucius Fox, el inventor y gerente de las Empresas Wayne) y Michael Caine (el mayordomo Alfred), apenas justificadas por las elocuencias de los veteranos actores. La referencia comparativa de Wayne con Howard Hughes como el millonario ermitaño para explicar su conflicto personal ya es trillada y aquí no convence en su narración -parece una pobre imitación de El Aviador (Martin Scorsese, 2004). Según Nolan, en El Caballero de la Noche Asciende estamos ante la apoteosis, el "ascenso" de su personaje central.



Gary Oldman confirma su vigencia y versatilidad en su rol del comisionado James Gordon; un gran actor que supo interpretar décadas atrás a Sid Vicious y a Beethoven con creces. Por el contrario, el personaje de Miranda Tate es el peor que ha protagonizado hasta el momento Marion Cotillard (La vie en rose, Inception). Lo mismo para Matthew Modine (Full Metal Jacket) como Peter Foley, el comisionado de Ciudad Gótica luego del alejamiento de Gordon. No por ellos, ya que son considerables actores, sino por sus intrascendentes papeles establecidos en el guión.

El personaje que "asciende" en su condición evolutiva es el joven policía Blake (Joseph Gordon-Levitt), quien tiene de referentes a los dos héroes más representativos de Ciudad Gótica: Gordon, símbolo ético y moral de la fuerza policial, y Wayne, huérfano como él.

El acierto más positivo de Nolan en esta tercera película es el uso de cámara -acompañado por la fotografía de Wally Pfister. Su dedicación por la tecnología Imax, por la ampliación de los límites de la pantalla cinematográfica y su descarte del efecto 3D, es bienvenida y la pantalla de cine común saca provecho de estos efectos benevolentes y realistas. No así por abusos de planos contrapicados extremos que simbolicen la búsqueda de la libertad o el "ascenso" de Wayne en una cárcel remota, sino por por el uso de cámara en escenas puntuales. Primero, la cámara al ras del pavimento en las calles de Ciudad Gótica, con Batman persiguiendo a Bane y sus mercenarios en su Pod, o la cámara en el aire rodeando a la nave Bat; segundo, la escena del duelo Batman-Bane en las alcantarillas; y tercero en la detonación del campo de juego del Estadio de los Rogues en simultáneo con otros puntos de la ciudad.

El mayor error de El Caballero de la Noche Asciende es el manejo de los tiempos, un nuevo laberinto tedioso que vuelve a exponer Christopher Nolan luego de Inception. La soporífera música de Hans Zimmer, que parece hasta subestimar al espectador, no es un error, sino más bien una grosería para no olvidar. Una correcta celebración al cómic, al universo de los guionistas Grant Morrison, Colin Dixon y Doug Moench, que se olvidó del cine en uno de sus propósitos primarios: la narración. Junto con los problemas en el guión, el ritmo que escoge Nolan, con excesivos flashbacks y torpezas con el uso del tiempo en el montaje, no resulta para la unidad de la obra. Su acoso a lo épico le jugó en contra y terminó dilatando las distancias narrativas entre las tres películas. Sus dos horas cuarenta y cinco minutos de metraje confunden en la última hora vértigo con atropello, profundidad dramática con densidad, y ascensión con presunción.



The Dark Knight Rises (2012)
Dirección: Christopher Nolan
Guión: Christopher y Jonathan Nolan
Fotografía: Wally Pfister
Música: Hans Zimmer
Elenco: Christian Bale, Tom Hardy, Anne Hathaway, Michael Caine, Morgan Freeman, Gary Oldman, Joseph Gordon-Levitt, Marion Cotillard, Matthew Modine
165 minutos